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A James Dean lo maldijo una vampira y otras leyendas urbanas de película

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En los albores del séptimo arte el cuchicheo era norma. Lo habitual en aquellas sesiones mudas era que el publico gritase, riese a carcajada limpia e insultase a la pantalla como si ésta le fuese a responder. Como retando al arte y al artista. Se suele decir que el público no empezó a callar hasta que no fue la pantalla la que pronunció las palabras. Y ni siquiera entonces.

No obstante, en aquellas sesiones ambulantes y primigenias se encontraba el gen de lo que luego se practicaría a la salida de los cines y coparía portadas en los tabloides amarillistas. La leyenda urbana, el rumor malintencionado y el chisme envenenado existen desde que existe el propio cine. Por eso, el del celuloide es de las artes que más facilidad ha tenido siempre para crear embustes, de los que duran décadas.

El mundo del celuloide ha forjado centenares de leyendas urbanas de las cuales Héctor Sánchez ha seleccionado 33. Cada una está acompañada de una ilustración de David Sánchez, quien ya colaboró con el periodista y escritor en lo que sería el hermano gemelo musical del libro que nos ocupa: Paul está muerto y otras leyendas urbanas del rock, también publicado por Errata Naturae.

Estas son algunas de las más memorables.

James Dean y la maldición vampírica

Días antes del accidente de tráfico que acabó con su vida, James Dean bromeaba con que había rodado un anuncio para una campaña de seguridad vial. Él, que se jactaba de su amor por la velocidad, acababa de hacerse un regalo bautizado como Pequeño Bastardo. Un Porsche Spyder 550 al que le gustaba pisar a fondo el acelerador.

Un día, quiso el destino que su bastardo chocase fatalmente con otro automóvil en algún lugar de California. La fama del actor fue suficiente para que la prensa alimentase un rumor que muchos creyeron verídico: había sido maldecido por Maila Nurmi, actriz que había creado el popular personaje de Vampira.

El bulo surgió porque a Dean le iba el ocultismo y eso bastó para que ambos se viesen en alguna ocasión, pero cuando a él se le preguntó si tenía un affaire con ella el protagonista de Rebelde sin causa contestó que él "no salía con personajes de historieta".

La prensa, tras su fallecimiento, hizo creer a algunos que Vampira, despechada, le había maldecido. El bulo llegó a tal nivel que, amén de múltiples amenazas, la actriz fue atacada por una fan que le quemó el pelo. El accidente de coche sigue siendo sólo eso. Para la prensa, la maldición pasó entonces a ser la del Pequeño Bastardocuya historia es de lo más escabrosa.

Disney, la obsesión con el sexo

Son tantísimas las leyendas que rodean al padre de la animación moderna, entre ellas que nació en Mojácar, que el estudio que lleva su nombre no podía ser menos. Se dice que los animadores de Disney tienen una insistente manía de incluir mensajes subliminales de alta carga erótica en sus películas para niños.

Son memorables el falo del póster de La sirenita, así como la erección del sacerdote que oficia el casamiento del príncipe con Úrsula, o el mensaje en las estrellas que dibuja un gran SEX en el firmamento de El Rey León. Lo cierto es que las figuras fálicas en realidad eran cúpulas, el pobre sacerdote estaba sobre una caja y lo que sobresalía de él eran las rodillas, y en las estrellas se veía un SFX, acrónimo en inglés que viene a referirse a los "efectos especiales"... ¿No será que a veces vemos lo que queremos ver?

Un enano suicida en El Mago de Oz

No es falso, ni mucho menos, que el rodaje de la película que adaptaba el popularísimo cuento de Frank L. Baum estuviese plagado de percances y accidentes. Desde los trajes infernales de Espantapájaros y el Hombre de Hojalata con los que las pasaron canutas Ray Bolger y Jack Haley, hasta quemaduras de tercer grado por culpa de escobas que en lugar de volar, ardían.

Pero es que, además, cuenta la leyenda que un hombre se ahorcó durante el rodaje. Se dice que se suicidó porque le rompió el corazón la mujer que amaba cuando estaba haciendo de munchkin. Hay quien, en lugar de una sombra en un árbol, lo llega a ver colgado en una de las escenas del film.

Lo cierto es que los enanos que aparecieron en la película de Victor Fleming no llegaron al plató hasta días después de que se rodase la escena en la que supuestamente aparecía uno ahorcado. Lo que sí que podía aparecer en el set eran pájaros, pues algunos de los animales que el zoo de Los Ángeles había prestado a la película se escapaban con facilidad. Y la calidad de la imagen de un VHS no es que permita discernir demasiado qué es aquella sombra entre los troncos al final del camino de baldosas amarillas.

El pene de Jaime Lee Curtis

Es extendido el rumor de que la hija de Tony Curtis y Janet Leigh nació con órganos sexuales masculinos y femeninos. Supuestamente, la actriz se sometió cuando era joven a una operación para extirparse los genitales masculinos. Si bien a menudo se refieren a esta leyenda como "la actriz hermafrodita", término que debiera ser sustituido por el de intersexual, lo cierto es que existen diferentes teorías.

Los que defienden que la historia es cierta se escudan en que los padres de la actriz nunca han hecho declaraciones al respecto y que existe una supuesta entrevista a un supuesto doctor que habría operado a la joven y cuyo nombre siempre ha sido un misterio. Pero cierto o no... ¿qué más daría? Su intersexualidad poco tendría que ver con lo enorme que estaba en La noche de Halloween, Entre pillos anda el juego o Un pez llamado Wanda.

La maldición del product placement

Otro rodaje con mil y un accidentes fue el de Blade Runner. Amén del infierno particular que llevó a la película a ver la luz casi milagrosamente, aquel filme tuvo de todo: boicot del equipo contra el realizador, peleas de actores y actrices, silencios incómodos, desconfianzas y diferencias creativas que casi llegaron a las manos. Tal vez por el mal ambiente que allí se respiraba salió la obra maestra que la película terminaría siendo.

No obstante, se dice que todas las marcas que se anunciaron en ese futuro lleno de publicidad que imaginó Ridley Scott, sufrieron una grave crisis después de aparecer en la película. Atari vio cómo caían sus ventas en videojuegos, de la misma manera que Nintendo encadenó un lanzamiento fatal tras otro para los números de la compañía. Bell System, cuyas cabinas telefónicas con videoconferencia aparecían en el filme, desapareció apenas un año después del estreno. Hasta Coca-Cola sufrió por haber salido en la película aquel ejemplo clásico de master class de marketing: el fracaso de la New Coke que a punto estuvo de acabar con la marca. ¿Casualidad? Si no hubiesen abusado del product placement...

Kubrick dio un pequeño gran paso para el hombre

La leyenda que capitanea el título del libro de Héctor y David Sánchez es tan celebérrima que tiene hasta una palabra que describe a quienes creen que Neil Armstrong nunca dio el gran paso para la humanidad. Los apoloescépticos esgrimen sus pruebas: fotografías de la hazaña muestran luces que parecen focos, sombras en diferentes direcciones, piedras que se mueven sin que nadie las toque o banderas que ondean donde no existe el aire.

Pero, ¿no serían muchos fallos para atribuir el complot, desmontado una y otra vez por la ciencia, a Stanley Kubrick? El realizador tenía fama de ultraperfeccionista y aspiraba a recrear la realidad como era y no como tenía que ser. Difícil imaginar que el director de proezas artísticas como Barry Lyndon y técnicas como las desplegadas en 2001: odisea del espacio hiciese una chapuza.

Pero ahí está el gran mockumentary Operación Luna o Habitación 237, sobre  la extensa simbología supuestamente oculta que Kubrick dejó patente en El resplandor. Eso sin mencionar libros de referencia en estas lides conspiranoicas como el de Bill Kaysing, Nunca fuimos a la Luna...


Las obsesiones de Carlos Ruiz Zafón se esconden en su última novela

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"Una historia no tiene principio ni fin, tan solo puertas de entrada", reza el prólogo de El laberinto de los espíritus. Pero no el de la novela publicada por Planeta que espera arrasar las librerías. Estas palabras salen de otro libro, uno escrito por un tal Julián Carax.

Los avezados en el imaginario del autor barcelonés saben que este nombre corresponde a un personaje que sobrevuela toda la saga de El cementerio de los libros olvidados. Una aventura que se inició en mayo de 2001 con La sombra del viento y continuó con El juego del ángel y El prisionero del cielo. Hoy estas novelas reposan en las estanterías de media España. No en vano, Carlos Ruiz Zafón está considerado el escritor más vendido en lengua española después de Cervantes. 

Aunque el título puede que le venga grande, y que "más vendido" no signifique necesariamente "más leído", lo cierto es que el estilo alambicado pero directo de Carlos Ruiz Zafón ha conectado con muchos lectores. Tal vez sea el profundo amor que demuestra su prosa por la literatura lo que le convierte en una figura tan imponente en las letras actuales de nuestro país. Sea como fuere, los fenómenos no surgen de la nada. Y resulta que su último libro es también la explicación de ese fenómeno: en él se encierran muchas de las claves del autor.

El príncipe de la niebla de Barcelona

El laberinto de los espíritus arranca donde lo dejó El prisionero del cielo, publicado en 2011. Su historia, durante unas pocas páginas, sigue con los personajes que muchos lectores españoles han aprendido a querer: Daniel Sempere, Fermín Romero de Torres y Beatriz Aguilar. Pero pronto un nuevo personaje toma el control de la trama. Su nombre es Alicia Gris y con ella viene la que es la novela más extensa y compleja de cuantas ha escrito su autor.

Carlos Ruiz Zafón ha defendido que las cuatro novelas que componen El cementerio de los libros olvidados se pueden leer en el orden que se quiera, pero esto parece deberse más a una estrategia de ventas a largo plazo que una cuestión de lectura lógica. Su universo literario ha abierto muchos caminos que llevan hasta aquí y por eso es difícil imaginar que se pueda entender la multitud de los hilos, tramas y subtramas que pueblan esta novela sin haber leído ninguna de las anteriores.

Todo lo que ha escrito el barcelonés le ha llevado hasta este buque de 925 páginas que mezcla los tiempos y personajes de las anteriores aventuras de la saga en una historia hilvanada con habilidad. Pero ahí no queda el asunto: esta novela es también la suma de muchos de los tics, manías, hallazgos y aciertos.

Por ejemplo, es conocida la afición del barcelonés por los dragones, pero no lo es tanto su pasión por los autómatas, muñecos decimonónicos con ecos de steampunk y maniquíes perturbadores.

En Marina, novela juvenil que Zafón firmó antes de ser un autor superventas pero que prefigura ya muchos ejes de El cementerio de los libros olvidados, esta particular filia se volcaba en un personaje llamado Mijail Kolvenik. Ahora, un eco de aquella sobrevuela El laberinto de los espíritus a través del perfil de varios secundarios. Entre ellos una niña llamada Mercedes que vive rodeada de muñecas que cree que son sus amigas.

Las novelas dentro de la novela son otra de las especialidades del autor. En esta, tras el éxito que se ha granjeado, se permite hacer guiños a su literatura. Como en los anteriores episodios de esta aventura un misterioso libro arranca la trama. Una novela que lleva por nombre Ariadna y el Príncipe Escarlata y que narra la historia de una joven perdida en una Barcelona de pesadilla dominada por un príncipe oscuro. Parece baladí pero se trata de una historia similar a la de El príncipe de la niebla, la novela juvenil con la que Zafón empezó su carrera en 1993. En aquella, un joven llamado Max llega a un pueblo en el que otro oscuro príncipe tiene aterrorizado al muchacho.

De hecho, aquella historia, como luego haría en Luces de septiembre publicada en 1995, se desarrollaba en una pequeña villa costera. Más de veinte años después, un pequeño pueblo exactamente igual jugará un papel redentor para algunos de los personajes de El laberinto de los espíritus.

A medida que las páginas del nuevo libro se despliegan ante nosotros, vemos la simbología particular que Zafón ha ido creando y en la que ahora, desde una posición privilegiada, se recrea. "Me acusan de repetirme. Es un mal que afecta a todos los novelistas", dice él en su libro. Zafón se mira en el espejo de sus manías y lo que ve es la novela que escribe.

De escritores malditos y némesis modélicos

De la misma manera que los ecos estéticos labrados en aquellas novelas juveniles se encuentran encapsulados en El laberinto de los espíritus, su argumento repite mantras que siguen sin perder fuerza. Como en toda la saga, aquí también tenemos a un escritor maldito y a un villano despiadado que insuflan épica al relato.

En La sombra del viento, había un escritor maldito que se llamaba Julián Carax. Siete años después, en El juego del ángel, era David Martín. Ahora se llama Víctor Mataix. Poco importan los nombres porque la figura argumental es la misma y, no se sorprendan, funciona.

A este tipo de personajes les toca siempre un partenaire que les hace de antagonista turbio y perturbado. Al principio era Lain Coubert, luego le tocó a Andreas Corelli y suma y sigue. Tampoco faltan las figuras de las fuerzas del orden público franquista, villanos absolutos y despreciables como Javier Fumero que vuelven aquí con otros nombres. Ahora se llama Hendaya, pero ejerce implacablemente de cabrón de la función.

"La virtud del vicio está infravalorada", escribe para el lector aunque parece decírselo a sí mismo. Es presa del vicio de repetir esquemas argumentales, clichés románticos y psicologías. Pero lo sabe, y de eso hace virtud, jugando con un tercer acto que reformula absolutamente toda la saga. Metaliteratura en tiempos del mainstream.

Un reflejo de la época y de sus manías

La Barcelona de los años 50 es el gran escenario donde se han representado las aventuras de El cementerio de los libros olvidados. El Raval, el castillo de Montjuic, la Barceloneta... lugares que el escritor conoce como la palma de su mano y que describe con una maestría no ausente de manierismo.

Pero a modo de despedida, en El laberinto de los espíritus encontramos guiños no solo a la ciudad, sino también a las gentes que la han retratado como a él le gusta verla. Francesc Català-Roca, fotógrafo imprescindible de la España de los cincuenta, ya no estará presente únicamente en las portadas de sus libros, ahora también se convierte en un breve personaje de la novela.

Lo mismo pasará con Sergio Vila-Sanjuán, periodista de La Vanguardia y autor de Código best seller, ensayo en el que desgrana los puntos clave y elementos comunes de los superventas literarios. El catalán se convierte en El laberinto de los espíritus en el viejo Sergio Vilajuana, personaje fundamental en una de las subtramas. Zafón ya se puede permitir transmutar a sus ídolos en marionetas, felices de ser parte de su Grand Guignol.

"Una historia no tiene principio ni fin, tan solo puertas de entrada. Una historia es un laberinto infinito de palabras, imágenes y espíritus conjurados para desvelarnos la verdad invisible sobre nosotros mismos. Una historia es, en definitiva, una conversación entre quien la narra y quien la escucha", nos dice Carax desde las páginas de un libro ficticio homónimo al que acaba de publicar Zafón.

Sus páginas, no obstante, no son exactamente un diálogo con el lector. Son más bien un monólogo interior extenso sobre lo que significa para su autor la literatura, las palabras, los libros. Sobre la suerte que ha tenido encontrando a los personajes que protagonizan sus novelas y lo que les debe, que es mucho. Pero también lo que nos debe a nosotros, lectores, a quienes no se cansa de seducir.

'Materia', lagartos antropomorfos que son como tú

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Lo primero que vemos al abrir Materia es una vaca. O la representación particular de una vaca pastando en un tranquilo campo en mitad de la noche. De pronto, una luz la ilumina, la eleva en el aire y la convierte en una masa informe. La han abducido. Materia es la historia de una invasión alienígena que no se parece a ninguna que hayas visto. Una que en lugar de destruir a la raza invadida, la empuja a descubrirse.

Las criaturas que sufren la invasión tampoco son humanas, sino reptiles y anfibios antropomorfos que se parecen a ti, a mí y a cualquiera. Los protagonistas son lagartos, saurios y anuros que hacen como si no lo fueran. Uno es un perezoso estudiante de física, otro el padre de una estrella mediática y tercero un grafitero acomodado en la actitud antisistema. Los extraterrestres no harán otra cosa que darle la vuelta a sus vidas.

Antonio Hitos plantea en Materia (Astiberri) un juego de discurso, no falto de cierto aire satírico, sobre la alienación de una sociedad absorta en la pereza, el anhelo y la obstinación en lo anecdótico. Pero lo hace con un envoltorio cuya originalidad plantea un reto en cada página, en cada capítulo. Tres, para ser más exactos, y llevan por nombre Ciencia, Ética y Estética. Hablamos con el artista onubense sobre su última y más arriesgada propuesta.

Religión, física cuántica y aliens

Antonio Hitos dio sus primeros allá por los años 90 en fanzines como muCHOCOmi y publicaciones tan memorables como El Víbora, cuya redacción cerró en 2004. Diez años después publicó su primera novela gráfica: Inercia, la historia de una sociedad adormecida en la que dos jóvenes viven al día intentando subsistir a base de trabajitos. Incapaces de poder levantar cabeza ni ver un futuro más allá de lo cotidiano. Con aquel título ganó el VII Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic, y le valió las nominaciones a mejor obra y autor revelación en los salones del cómic de Madrid y Barcelona en 2015. Un trabajo del que terminó agotado.

"El proceso de Inercia me dejó bastante exhausto", nos cuenta el autor de Materia, "en parte porque, siendo mi primera obra, hubo muchísima prueba y error que me obligó a hacer un montón de trabajo que finalmente se quedó fuera del libro, pero también por sus características concretas: repetición, planos fijos, estructura de página constante y muy controlada...". Por eso cuando terminó, "lo último que me apetecía era meterme en otro proyecto parecido, así que intenté alejarme lo máximo posible tanto en el fondo como en la forma", dice. De ese distanciamiento nace Materia.

"Originalmente esto no iba a ser ni siquiera un libro, sino un escenario donde poder articular historias pequeñas sin mayor intención que mi propio goce estético y que oscilarían entre el gore, el humor imbécil y arquetipos de ciencia ficción clásica", confiesa Hitos. Algunas de esas características persisten en su última obra, aunque Materia es algo muy diferente. "Poco a poco se me fue yendo de las manos mientras introducía en ese telón de fondo algunos temas más complejos sobre los que también tenía muchas ganas de escribir. Primero fue la física cuántica, luego la alienación religiosa, y así hasta que descubrí esta especie de triángulo sobre el que al final terminé montándolo todo: ciencia, ética y estética".

Estos tres conceptos son la corriente que vehicula, subterráneamente, cada una de las historias que conforman el cómic. Tres personajes alienados a su manera que, incapaces de enfrentarse a sus demonios, se ven abocados a conflictos que les superan.

Geometría del individuo

Decía Einstein que la geometría se ocupa de la relación lógica que guardan distintos conceptos entre sí y parece ser que Hitos lleva interiorizada esta máxima. Por eso, para unir las tres historias la composición de la página y la arquitectura de cada viñeta tienden a la simetría calculada y matemática.

Algo que caracteriza las dos obras de Hitos es su reducción de medios en pos de la máximización de la expresividad escondida en la estricta geometría de su dibujo. Todo parece artificial y eso crea una extrañeza con la que su autor sabe jugar. No en vano esto se complementa de manera excelente con el diseño de esos reptiles antropomorfos que protagonizan este mundo particular. "Me parecía que hablar de conflictos tan estrictamente humanos con personajes de apariencia no humana le concedía una cierta distancia al relato", cuenta Hitos. De esta manera, "el lector asiste a la historia desde fuera, y está a la vez implicado y desconectado en aquello que se cuenta".

Junto a ella, la bidimensionalidad del dibujo juega un papel fundamental: "es otro recurso para reforzar el distanciamiento entre la historia y la forma en la que se expresa", explica. "Aunque suelo articular situaciones que resulten reconocibles para el lector, intento también alejarlo para que, si surgiera algún tipo de implicación emocional con la historia o los personajes, no pierda nunca la perspectiva de lo que está leyendo como algo ajeno".

Esa barrera impuesta por el autor es esencial para desentrañar la geometría interior: la que va por dentro de los personajes y habla de los temas que interesan a su autor. "La geometría en Materia es un elemento central. La mayoría de páginas tienen una estructura de simetría invertida que condiciona el propio ritmo de lectura y tiene una función importantísima sin la cual el cómic perdería gran parte de su sentido", defiende.

La expresión del diseño que podemos ver en su obra, según él, "es un proceso orgánico, pero a la vez muy analítico. Cuando dibujo intento pensar en cuáles son los elementos indispensables que hacen que el dibujo funcione, y cuáles son accesorios de los que podría prescindir sin reducir su significado", describe.

"El dibujo de un cómic no debería evaluarse por sus cualidades como dibujo, sino por la idoneidad del mismo para comunicar la historia o la idea a la que sirve. En mi caso, depurar la línea me ayuda a construir el entorno aséptico en el que quiero que existan los personajes, y refuerza otros mecanismos que a menudo pasan desapercibidos como la disposición de las viñetas o el ritmo interno entre ellas".

Pocas ayudas para el mundo de las viñetas

Materia es un cómic que nace gracias a que se hizo con el premio de la Beca INJUVE para la Creación Joven. Un trabajo que también fue finalista en la última residencia de novela gráfica en la Maison des Auteurs de Angoulême que concede Acción Cultural Española y la Cité internationale de la bande dessinée et de l’image.

Sin las ayudas mencionadas, seguramente Materia no habría visto la luz jamás. "Cualquier apoyo que ayude a focalizar los esfuerzos en la obra siempre es bienvenido. La ayuda institucional ha mejorado algo con iniciativas como la Cité internationale de la bande dessinée et de l’image, que lleva un par de ediciones, o reconocimientos importantes como el Premio Nacional de Cómic, que se otorga desde 2007, pero hay todavía muchísimo por hacer", describe Hitos.

Según él, aunque el camino está aún por andar, se han dado pasos importantes en la dirección adecuada: hace unos años el tipo de ayudas a la creación artística que se pueden conseguir hoy hubieran sido imposibles. Aquí o fuera de nuestras fronteras. Pero eso no significa que la situación del cómic español se haya normalizado.

"El cómic español está en un estado de forma creativa como nunca antes se había visto, pero quizás la industria no acompaña con las condiciones necesarias para que esa fortaleza cristalice en la estabilidad que los creadores merecen", explica el autor de Inercia. "Sería de una torpeza inexcusable que las instituciones no vieran en este escenario las posibilidades que representa todo este talento para el patrimonio cultural del país". Un patrimonio vivo que muchas veces se ve obligado a hacer las maletas.

Ocho cosas que (tal vez) no sabes de los padres de Studio Ghibli

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Cuando hace tres años Hayao Miyazaki anunció su intención de retirarse, muchos no terminaron de creérselo. El cuento de Pedro y el Lobo: lleva desde 1994 diciendo que no puede seguir el ritmo de trabajo de la compañía. Que le gustaría retirarse antes de que alguien lo sugiriera. "Al final todo se reduce a lo que puedes exigirte a ti mismo".

Philippe Halsman, el arte de fingir la espontaneidad

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Toda una vida dedicada a la fotografía y más de 100 portadas de la célebre revista LIFE han hecho que muchos se pregunten cuál era el secreto de Philippe Halsman. Qué hacía que sus fotografías fuesen especiales, dónde residía el secreto del éxito de un fotógrafo letón que había triunfado en EEUU sin más ayuda que la de su cámara.

Cuando le preguntaban personalmente, Halsman solía recurrir a una anécdota que por sí sola resumía su actitud ante el obturador. Contaba que una vez el poeta y cineasta francés Jean Cocteau quiso trabajar con el fundador de los Ballets Rusos, el ilustre Serguéi Diáguilev. El francés no sabía como abordar al ruso así que le preguntó qué tenía que hacer para que trabajasen juntos. A la cuestión, Diáguilev solo tuvo que contestar: "¡Sorpréndeme!".

La filosofía de la sorpresa como símbolo de veracidad en la fotografía guió siempre el trabajo de Philippe Halsman. Por eso aquella anécdota da nombre a la retrospectiva que el CaixaForum de Madrid le dedica desde el 1 de diciembre al 26 de marzo.

De Riga a París huyendo del antisemitismo

Philippe Halsman nació en Riga (Letonia) en 1906. Creció en el sino de una familia judía y estudió ingeniería en Dresde (Alemania). Cuando contaba con 22 años tuvo que enfrentarse a la época más traumática de su vida. Fue acusado de parricidio y condenado a diez años de cárcel por estar presente cuando su padre falleció al sufrir un accidente durante una excursión. 

Sin pruebas fehacientes pero con un palpable crecimiento de la presencia del antisemitismo en las instituciones, el joven fue a dar con sus huesos en un calabozo. Una condena que cumplió sometido a trabajos forzados y tortura psicológica durante dos años.

Su caso se convirtió en un fenómeno mediático debido a la inconsistencia de las acusaciones y la injusticia que suponía el hecho. Fue entonces cuando personalidades como Thomas MannAlbert Einstein o Sigmund Freud, alentados por la campaña en favor del joven que inició su hermana Louiba, empezaron a ejercer presión mediática para que su puesta en libertad se hiciese efectiva. Halsman salió de la cárcel sin cumplir la condena completa gracias a la intervención del ministro francés Paul Painlevé, que le ofreció asilo político. Exiliado de su Letonia natal se mudó a París donde el hijo del ministro le regalaría su primera cámara: una Kodak 9×12 que le introdujo en la escena artística parisina.

La libertad creativa lejos de casa

Después de años trabajando para revistas parisinas, el joven se sentía apresado por sus inquietudes artísticas. No veía que en su trabajo se viese reflejada la idea de la espontaneidad que años después se convertiría en marca de la casa. Lo que sí percibía era el auge del nazismo europeo a las puertas de la ciudad en la que había retratado ya a personajes como Paul Valéry o Le Corbusier.

Cuando dejó Francia en mayo de 1940, antes de su caída en manos del nazismo, en su maleta solo llevaba una cámara diseñada por él mismo y una decena de fotografías que le servían de currículum vitae. Al pisar Nueva York, Philippe Halsman no es más que un fotógrafo con poca fortuna pero talento de sobra que ha trabajado para Vogue, Harper’s Bazaar o Le Monde Illustré.

Así se lo hace saber a la los contratistas de la revista LIFE, que le encargan su primera portada en 1941. Después de aquella vendrían muchísimas más, sin saberlo iba a convertirse en el fotógrafo que más portadas iba a realizar en la historia de la publicación.

Pasarían pocos años antes de que se convirtiera en una de las cámaras de más éxito del momento gracias a sus retratos de estrellas de Hollywood. Años en los que experimentaría técnica y artísticamente: mientras patentaba cámaras de su propio diseño -su cámara de doble objetivo es comercializada por la Fairchild Corporation-, se rompía la cabeza por capturar la belleza detrás de la pose de las estrellas.

Un año antes de pertenecer a la agencia Magnum, la NBC le encargó fotografiar a varios humoristas conocidos, entre ellos a Groucho Marx y Bob Hope. Los retratos que hizo y la experiencia de conocerles le dio una idea: para fotografiar a un famoso sin que actuase en ningún momento tenía que engañarles como un bromista realizando una inocentada, tenía que conseguir que hiciesen lo inesperado. Algo en lo que no pudiesen controlar sus gestos. Su pose. Había nacido jumpology, toda una filosofía de la fotografía.

"En un salto, el protagonista, en una repentina explosión de energía, supera la gravedad", explicaría él mismo sobre Jump Pictures, la serie de fotografías más famosa de su vasta colección. Durante el salto el retratado "no puede controlar todas sus expresiones ni los músculos de sus miembros. La máscara se cae. La persona real se hace visible y uno solamente tiene que atraparla con la cámara".

"En mi trabajo serio me esfuerzo por alcanzar la esencia de las cosas y objetivos que puede que sean inalcanzables", explicaba el autor entonces. "Por otro lado, me atrae lo cómico y una vena infantil me lleva a tener todo tipo de comportamientos frívolos".

Dalí y Halsman, una amistad surrealista

Entre esos mundos, el retratismo serio y la frivolidad como sublimación de verismo, se estructura la retrospectiva ¡Sorpréndeme!. Una colección de 300 fotografías en la que destacan tres perspectivas que resumen la obra del fotógrafo: la evolución desde sus primeros pasos en París, su habilidad para el retrato, y la puesta en escena como herramienta imprescindible de la profesión.

Paralelamente a estos ejes más sesudos, la exposición del CaixaForum de Madrid da buena cuenta de una relación que nació como anecdótica y se mantuvo como sorprendentemente fructífera durante casi cuarenta años. El mismo año que comenzó a trabajar para LIFE, Philippe Halsman conoció a Salvador Dalí en una galería. Ambos conectaron rápidamente: Halsman era un fotógrafo profesional especializado en retrato y publicidad y Dalí era un artista que usaba su propia imagen para autopromocionarse.

Empezaron a colaborar por su empatía intelectual fundamentada en numerosas coincidencias: la infancia y educación en la Europa de principios de siglo; la atracción por París; la extrema atención dedicada al simbolismo de los detalles; la huida de la guerra en 1940 y llegada a los Estados Unidos...

Philippe Halsman Archives conserva más de quinientas fotografías tomadas a lo largo de cuarenta y siete sesiones con Salvador Dalí, cuyo estudio revela una profunda comprensión de las posibilidades ofrecidas por la imagen fotográfica en el siglo XX. De todas ellas algunas se pueden descubrir en la exposición y son, seguramente, las fotografías más inauditas de las que se muestran en la retrospectivas. Halsman y Dalí fueron una pareja creativa no suficientemente reivindicada.

Un festival para películas que eligen salirse del margen

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De un tiempo a esta parte algunos de los grandes festivales de nuestro país se han ido estancando en una serie de comodidades que les impiden ir un poco más allá en la búsqueda de propuestas innovadoras. Mientras, pequeñas iniciativas han revindicado su sitio, multiplicando sedes, ampliando fronteras y rescatando joyas.

Todo lo que no te puedes perder en Expocómic 2016

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Este fin de semana se celebra en la capital la XIX edición del Salón Internacional del Tebeo de Madrid: un encuentro entorno al cómic y la ilustración que poco a poco ha ampliado fronteras temáticas para convertirse en una celebración de cultura pop desenfadada que va desde el cine a las series de televisión pasando por la música, las exposiciones y el mundo cosplay.

'La doncella', la película más seductora del año

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En 1929, Edogawa Rampo, el padre de la literatura criminal japonesa, escribió un relato titulado La oruga (Imomushi). Era sobre una mujer que torturaba, mediante el sexo, a su marido mutilado por la guerra. Aunque su producción era bien retorcida, resulta que este fue el único relato de toda su obra que llegó a ser prohibido en el país. La censura militar veía en la narración demasiados elementos escabrosos, además de un poso antibelicista.

Es en este conflicto bélico -la ocupación japonesa de Corea- que se enmarca la última película del surcoreano Park Chan-wookLa doncella narra la historia de una criada coreana contratada por una rica mujer japonesa que vive recluida en una mansión oscura y llena de secretos. Entre las paredes de ese extraño lugar se esconden historias entre las que La oruga bien podría haber encajado a la perfección.

La presencia de la literatura ero-guro que Rampo supo manejar como nadie cae suavemente sobre cada uno de los planos de la última película de Chan-wook. Ahora, más de ochenta años después, la etiqueta de narrador magistral de lo macabro ha cambiado de amo, de nacionalidad e incluso de arte. La doncella es, posiblemente, una de las mejores películas de este año y también una de las más turbadoras.

Sexo, poder y otros demonios

Se le atribuye a Oscar Wilde una frase que muchos escuchamos por primera vez en boca de Kevin Spacey, y que decía aquello de que en la vida "todo trata de sexo, excepto el sexo. El sexo trata de poder". El mensaje, simple pero efectivo, cala en la trama de esta película hasta lo más hondo. La doncella es un filme en el que ambos conceptos se encuentran y se fusionan de manera indisoluble. De hecho, Park Chan-wook ha basado gran parte de su carrera en historias que reflexionan sobre ellos.

En la Trilogía de la venganza, de la que Oldboy es su más célebre episodio pero no necesariamente el mejor, subyacía siempre una reflexión que partía del mismo hecho: haber sido víctima de un abuso de poder. La respuesta era tomarse la justicia por cuenta propia de la manera más maquiavélica posible. Si el sexo era parte de la ecuación, tanto mejor.

En Thirst, la sotana de sacerdote del protagonista era una prisión sin la cual los dos conceptos de los que hablamos cogían fuerza para hacer caer al espectador en un huracán de exceso. Y en Stoker, la primera película norteamericana del realizador, las extrañas relaciones incestuosas se daban por injerencia de la atracción y la autoridad.

En este nuevo relato están todas sus manías pero mejor ensambladas que nunca. La venganza forma parte de una trama mayor que se llena de giros propios del thriller moderno. El amor, con un punto perverso, es la pasta sobre la que se fundamenta una trama que se burla del romanticismo palaciego a la vez lo reivindica.

El poder se nos presenta en sus más variadas formas políticas y sociales. En la cinta, Japón lo ejerce sobre Corea, la nobleza lo ejerce sobre los sirvientes, y el hombre lo ejerce sobre la mujer. Es aquí cuando surge el sexo, que en esta película lo es todo: desde el arma más sofisticada hasta la última redención.

Para el director surcoreano si el poder corrompe, el sexo también. Pero a diferencia de lo que argumentan propuestas reaccionarias como Cincuenta sombras de Grey, aquí las relaciones sexuales y afectivas pueden ser empoderadoras. Pueden ser un camino hacia la liberación, una revolución íntima dentro de un sistema que lo banaliza y lo convierte en mercancía con la que traficar. Con la que explotar. Algo contra lo que sus dos protagonistas se rebelarán, se interponga lo que se interponga en su camino.

Narrar es seducir

Todo esto, como viene siendo habitual en Chan-wook, se filma con un cuidado estético que encuentra su personalidad en el detalle con un tono bello pero maníaco. Un dominio de la puesta en escena que funciona como hechizo para ambientar magistralmente este cuento erótico-siniestro.

En 2003, el director rodó una de las escenas más perturbadoras del cine reciente: El protagonista de Oldboy, se encontraba sentado en un restaurante delante de una de las primeras mujeres que veía tras quince años de confinamiento absoluto. Enfadado, cogía un pulpo vivo y se lo comía con un ansia desmedida. Josep Lapidario reflexionaba hace un tiempo sobre la carga sexual de esta escena y sobre cómo la presencia de cefalópodos es una constante en la literatura erótica nipona de finales del periodo Edo.

La mejor recreación de esta particular filia la dibujó Katsuhisha Hokusai en una ilustración erótica que aparece, nada casualmente, en esta película. Se titulaba El sueño de la mujer del pescador y mostraba a dos pulpos teniendo relaciones con una mujer. Una fantasía repulsiva mediante la cual el realizador vehicula todo un discurso sobre la utlización del sexo como mercadería y herramienta de explotación. Cuanto más indecible es el secreto, mejor pagado está.

Tanto la escena de Oldboy como el dibujo de Hokusai tenían en común un elemento que Park Chan-wook ha terminado por interiorizar: por horripilante que nos pareciese aquello que estábamos viendo, no podíamos apartar la mirada de la imagen.

En su última película es difícil mantenerse impasible ante demostraciones de erotismo puro que, muchas veces, se realizan con los elementos mínimos. No le hace falta más que un dedal para crear una tensión lésbica que pondría rojo de envidia al Abdellatif Kechiche de La vida de Adèle. La suma de todos los hallazgos del surcoreano, ha encontrado su mejor expresión en esta película.

Si en su anterior filme, Stoker, era capaz de mostrar a dos personas tocando el piano de tal manera que parecía que estaban haciendo el amor sobre las teclas del instrumento, solo tendríamos que imaginar que en lugar de durar dos minutos durase dos horas. Eso es La doncella. Solo tienes que dejarte seducir.


"Una cosa es no poder vivir del cine y otra es que te arruines haciéndolo"

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A su paso por el festival de San Sebastián, María (y los demás) dejó una huella palpable en la crítica cinematográfica patria. Bárbara Lennie copaba los titulares por su excelente interpretación del personaje del título del filme. El equilibrado tono de su historia, a medio camino entre el drama familiar y la comedia, convencía al público. Y sin embargo, la responsable de la obra era prácticamente desconocida.

Nely Reguera se formó en la ESCAC (Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña) y trabajó durante años en publicidad, videoclips y cortometrajes. Aún se mueve en esos círculos porque dice haber asumido que es prácticamente imposible vivir del cine.

Tras hacerse un hueco como ayudante de dirección en películas como Tres días con la familia (Mar Coll) y Blog (Elena Trapé), Reguera dirige el cortometraje Pablo. A día de hoy se reparte entre colaborar con la asociación A Bao A Qu en el proyecto Cine en curso, impartir talleres de cine en cursos de primaria y dar clases en la escuela que la formó a ella.

María (y los demás), su primer largometraje, cuenta la historia de una joven atrapada en una encrucijada vital. Su padre acaba de superar una grave enfermedad cuando se compromete con una mujer que acaba de conocer. La joven, que ha sacrificado gran parte de su vida cuidándole, ahora se descubre con tiempo libre, sin nadie a su cargo, pero con una ansiedad creciente por su falta de objetivos. No sabe qué hacer.

Hacía años que iba tratando de convertir su guión de María (y los demás) en una película. ¿Cómo y cuándo se convierte en una posibilidad real?

A base de terquedad. De decir "yo quiero hacer esta peli". Esto se remonta a cuando estaba en la ESCAC. Allí organizaban unas jornadas de pitchings en el que podías presentar tu proyecto, tras haber rodado un teaser del mismo. Presenté lo que iba a ser esta peli allí. Al principio se interesó una productora con la que al final el proyecto no cuajó. Pero gracias a aquello conocí a la gente que ha terminado haciendo la peli: Frida Films. Eso fue hace unos cuatro años, cinco contando el rodaje y el estreno de la peli. El proceso se alarga porque no dejas de trabajar en otras cosas... porque tienes que comer.

La historia se desarrolla en Galicia y el escenario se convierte en parte de la psicología de los personajes. ¿María (y los demás) siempre se ambientó en Galicia?

No, qué va. Creo que ocurre allí por algo emocional pero no premeditado. Yo relacionaba las escenas familiares con mi familia gallega, y mi experiencia con ese tema. Aparte, sí que es cierto que pasé allí un verano escribiendo el guión y supongo que hubo cosas que se impregnaron de aquel ambiente. No era un escenario imprescindible pero fue tomando fuerza. Ahora ves la peli y piensas... "tenía que pasar allí".

La película recae sobre la interpretación de Bárbara Lennie. Siendo como era un guión suyo, ¿cómo fue trabajar el límite de lo que se improvisaba y lo que no se podía cambiar?

En el guión todo estaba muy explicado y eso es algo que Bárbara agradeció. Pero es una actriz como la copa de un pino y claro que sugería y aportaba constantemente. Fue un trabajo de ambas, conformamos el  personaje juntas: ella tenía ganas de soltarse y aportar ese punto de torpeza. Pero, como digo, el personaje estaba muy claro. Solo teníamos que encontrar cómo contribuir a hacer creíbles ciertos detalles.

María intenta realizarse llevando a cabo un proyecto creativo propio como es escribir una novela. A usted le ha costado años estrenar el primer largometraje. ¿Hasta qué punto hay cosas suyas en el personaje protagonista?

Mi caso no es, ni de lejos, tan extremo como en el caso de María, pero hay una parte que sí, obviamente. Me interesaba presentar al personaje en pleno momento de crisis. En ese momento en el que parece que todo va mal pero lo esencial era que la forma de salir de esa situación surgiese de ella misma. De una realización personal e íntima. Su evolución no podía basarse en su relación con los demás. Hay cosas que tienes que superar tú mismo. Para mí, María tenía que ser capaz de permitirse hacer lo que quería hacer. Escribir esa novela.

María, en la película, se siente apresada por lo que la rodea: a su edad debería tener pareja, hijos, un trabajo estable... todo eso que se espera de ella. ¿Este discurso surgió del personaje o fue algo más generacional?

Sí, en parte es mera observación de mi entorno. Hay cierto momento en el que la sociedad te dice que tienes que haber conseguido ciertas cosas que considera inapelables. Si no las has conseguido, eres un ciudadano de segunda. Además, resulta que ni yo he conseguido esas cosas ni veo que la gente que me rodea las tenga tampoco.

Aunque puede que más que la presión social obvia, creo que la presión más difícil de combatir es la que te impones tú mismo. A María le puede ese pensamiento de "a mi edad me tocaría esto", sin preguntarse si lo desea o no. ¿Cómo te puedes sentir frustrado por algo que no sabes si quieres?

María (y los demás) ha terminado con dos nominaciones a los Premios Feroz y parece que aún le quedan más premios y festivales. Digamos que ahora se ha dado a conocer. ¿Cree que eso facilitará el próximo proyecto?

Estoy con dos historias que me gustan pero cada vez es más complicado hacer cine en España. No hay intención de ayudar para que se haga cierto cine. Los cambios que se hicieron en la Ley del Cine dificultan enormemente el trabajo de nuevos directores. Eso limita también cierto tipo concreto de cine porque si lo que más se valora, antes que tener un buen guión, es un plan de financiación ligado a distribuidoras y grandes canales, estás dejando fuera muchos proyectos. Como Gobierno, lo que podrías hacer es leerte el guión y si la historia vale la pena, ver como puedes colaborar tú.

Espero que no pasen cuatro ni cinco años más hasta volver a poder hacer algo. Pero la realidad es totalmente descorazonadora. Ojalá fuera distinto porque creo que estamos en un momento que es absolutamente impresionante a nivel de talento. Estamos haciendo un cine absolutamente maravilloso, lleno de nuevas miradas y maneras de entender el cine. Y luego piensas... ¿por qué, si el cine español está viviendo este auge, no hay una ayuda para que el talento llegue a buen puerto? No estamos hablando de que nos den limosna: se trata de una intención de fomentar y poner en valor la cultura y el talento joven.

¿Crees que un director novel lo tiene más difícil para estrenar que cuando empezó esta película?

Creo que la perspectiva es peor. Ahora mismo, a mí no me daban las ayudas del ICAA. Porque no tenía ninguna televisión apoyando la iniciativa, presenté el proyecto sin tener a una distribuidora detrás. Había un plan de financiación pero no se había conseguido nada. Si presento aquello ahora, no supero la primer fase. Nadie se lee mi guión porque no supero la fase de un plan de financiación.

Yo tengo asumido que no voy a vivir del cine. Yo trabajo en otras cosas y he tenido la suerte de poder hacer María (y los demás). Pero una cosa es no vivir del cine y la otra es que te arruines haciendo cine. Esto es un trabajo, si queremos un cine nacional y joven, no puede ser un hobby

¿Qué hay que hacer para que la situación mejore?

Hay que hacer mucho trabajo de fondo. Pero esto no es algo que ataña solamente al cine, hablamos de valorar la cultura en términos generales. Pero luego ves que van a bajar el IVA a los toros y subirlo a los productos azucarados y... no sé... veremos hacia donde nos llevan estas políticas. Tendremos que encontrar la manera de seguir haciendo esto de una manera digna.

Encontrar circuitos alternativos de distribución, estrenar al margen...

El problema de trabajar al margen es que tú no haces una película para que la vean tus colegas y ya está. Trabajar al margen te puede limitar a que no llegues al público que no ve cine al margen. Me refiero a que incluso si tu peli va a festivales, gusta y llega a estrenarse, en un fin de semana te la pueden quitar si no vendes las entradas que se esperaban. Pero tal vez sea porque no has tenido la suficiente promoción.

Hay demasiados factores que valorar. También es cierto que estamos demasiado pendientes de cómo funciona el estreno. La película, una vez está hecha, puede tener mucha vida y quizás funcione a largo plazo. Pero si resulta que si quieres poner en valor tu trabajo, cuando vas a buscar financiación para la siguiente se fijan en la recaudación de la anterior. Es una pena porque se está confundiendo la calidad de una película con el éxito de taquilla que ha tenido, y son dos cosas distintas.

'Náufragos', ¿otro cómic sobre la nostalgia?

Las nominaciones a los Goya se olvidan de la crítica social y el riesgo creativo

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Pasa todos los años y en todos los premios, así que hay escasa novedad en decir que los Goya no son excepción: siempre se olvidan de alguien. Nominar a cinco filmes en la categoría de Mejor Película es cometer la injusticia de excluir a nada menos que 150 producciones.

Este año, de los 155 filmes que se presentaron -90 de ficción, 62 documentales y 3 de animación-, solo unos pocos han llegado a la primera meta: las nominaciones. Hasta aquí compitieron 58 filmes europeos y 33 cortometrajes, 129 guiones originales y 18 adaptados. De todos ellos solo seguirán corriendo las películas que anunciaban Natalia de Molina y Javier Cámara hace poco.

Tampoco sorprende descubrir que otro año, unos pocos títulos acaparan la mayoría de las categorías. Un monstruo viene a verme opta a nada menos que 12 premios mientras que Tarde para la ira y El hombre de las mil caras pueden hacerse con 11 cabezones. El resultado no lo sabremos hasta el día 4 de febrero, pero a la vista está que algunos de los más interesantes títulos del año han quedado irremediablemente fuera si no de todas las categorías, al menos de muchas a las que podrían haber optado. Aquí los grandes olvidados de la 31º edición de los Goya.

La próxima piel

Isaki Lacuesta e Isa Campo triunfaron en el pasado Festival de Málaga con un crudo y contundente drama familiar vestido de thriller que les valió, entre otros, el Premio Especial del Jurado y el de Mejor Dirección. Lacuesta repetía con Campo después de trabajar a cuatro manos en el cortometraje Alpha, and again y demostraba que podía recuperarse del enorme batacazo que fue Murieron por encima de sus posibilidades.

La crítica alabó la labor de ambos en lo que parecía ser una de las películas que mayor unanimidad había suscitado en el sector en mucho tiempo. No parece haber sido suficiente para la Academia, que solo ha nominado a Emma Suárez a Mejor Actriz de reparto. En un alarde de variedad, la actriz madrileña también está entre los cuatro nombres - de 50 candidaturas- que optan al Goya de Mejor Actriz Protagonista.

7 años

Este thriller sobre los entresijos de la amistad con la corrupción como telón de fondo, era la primera producción española de Netflix. Se trataba de una película solvente sostenida por cuatro actuaciones estelares, un solo espacio y tensión. Este filme dirigido por Roger Gual cuenta con uno de los mejores guiones del año, un libreto mordaz y crítico firmado por José Cabeza y Julia Fontana. Optaba a 16 candidaturas, entre ellas las actuaciones de Paco León, Juana Acosta, Juan Pablo Raba y Alex Brendemühl. Se retira de la carrera sin ninguna.

Astral

El documental de Jordi Évole sobre el velero de lujo convertido en barco para refugiados ha sido uno de los testimonios visuales más impactantes que nos ha dejado 2016. El papel del equipo de Salvados en la difusión de la labor de los socorristas de la ONG Proactiva Open Arms, no ha sido suficiente para la Academia. Una pena porque sin duda resultaba ser un candidato más que sólido a Mejor Documental, una de las siete candidaturas a las que aspiraba. Y nada.

Boye

"Llega un momento en la vida que dices, ¿por qué no hablo de mi vida en lugar de que lo hagan los demás por mí?", decía Gonzalo Boye en la presentación de la película que repasa su vida y trayectoria. Este hábil documental contaba su historia sin reparos en un ejercicio de transparencia personal y profesional muy escaso en el cine patrio. Pero de las ocho candidaturas a las que aspiraba, se ha quedado sin ninguna.

El ejército perdido de la CIA

El periodista y director David Beriain volvía a ponerse detrás de la cámara, jugándose el cuello -tras la impactante Amazonas, el camino de la cocaína- con otro documental de los que no dejan indiferente. La guerra de Vietnam no terminó el 30 de abril de 1975. Este documental pone voz a aquellos a los que la historia oficial decidió borrar del mapa: los soldados entrenados por el servicio de inteligencia norteamericano para frenar el comunismo. No lo encontraréis entre las nominadas pero sí podéis verlo online aquí.

In the same boat

Este documental dirigido por Rudy Gnutti y producido por Films 59, abordaba como pocos la actualidad urgente de un sistema ya desgastado. Analizaba ideas que hoy copan los titulares tales como la renta básica o el reparto del trabajo en un mundo tecnificado a través de los testimonios de Zygmunt Bauman o José Mújica. Impecable en su forma de exponer y eficaz en sus objetivos, este documental también se ha quedado sin ninguna de las 10 candidaturas a las que aspiraba.

Igelak

A su paso por el Festival de San Sebastián, esta pequeña comedia vasca dirigida por Patxo Telleria y protagonizada por Gorka Otxoa cayó de pie entre el público. Se trata de una mordaz sátira que narra la historia del director de una sucursal bancaria detenido por delitos económicos. Tras ser abandonado por el superior que le enredó en el delito, huye para evitar la cárcel y se convierte en fugitivo. Este filme que destila simpatía de forma natural tal vez sea de las comedias más originales estrenadas en España este año. Aun está en cines, pero no estará en la gala del 4 de febrero.

El destierro

El primer largometraje de Arturo Ruiz Serrano jugaba con la máxima "menos es más" para encerrar a tres personajes en una cabaña en plena Guerra Civil. Uno de los debuts más interesantes del año que se situaba a medio camino entre el drama romántico y el thriller psicológico. Bien podría haber sido nominada por su fotografía, por su guión o por las actuaciones revelación de Eric Francés y Joan Carles Suau. Pero se irá de vacío.

La muerte de Luis XIV

La que algunos han definido como la película más radical del ya radical realizador Albert Serra: una coproducción cuyo riesgo formal merece mucha más atención de la que se le ha prestado. Serra tal vez sea de los directores con más talento de su generación y sin embargo parece ser un renegado en España. La Academia no tiene intención de sacar su nombre del ostracismo: ni una sola nominación para el catalán en una película que ha encantado a la crítica especializada.

La reconquista

Si bien La reconquista no es la mejor película de Jonás Trueba, sí que se trata de un filme con personalidad. El realizador intenta desembarazarse de las etiquetas que pesan sobre él y la jugada no le sale del todo mal. Si no fuera por un tercer acto excesivo, tal vez hubiera gustado más a los académicos que la han dejado sin una sola opción. Ni él ni su padre, que juega en la liga de 5 nominaciones incluyendo la de Mejor Actriz para Penélope Cruz, parecen tener opciones de triunfar este año.

El rey tuerto

Una película abiertamente política con una sobrada solidez en su realización, en su dirección de actores y en su puesta en escena. Opta solamente a Director Novel, gracias al trabajo de Marc Crehuet, pero si hubiese probado suerte con su guión adaptado o con las actuaciones de altura de Alain Hernández y Miki Esparbé, tal vez ahora reivindicaríamos sin reparos esta película, que desarma a base de honestidad. Puede que los filmes sobre antidisturbios y manifestantes que han perdido un ojo por su culpa sean demasiado subversivos para los académicos.

Las amigas de Àgata

Otra de esas apuestas por la sangre joven de nuestro país que los Goya dejan escapar. Marta Verheyen, Alba Cros, Laura Rius y Laia Alabart nos han dejado un film low cost que empezó como proyecto de final de carrera y llegó a convertirse en una de las películas independientes más sorprendentes del año. Una pena, pues se trata de una película de indudable talento cuyas posibilidades en dirección novel no hubieran sido en absoluto desdeñables.

Neruda

Si acaso la ausencia que más clama al cielo de las que copan esta lista. La atrevida obra del siempre eficaz Pablo Larraín se cuenta entre las películas de habla hispana más importantes del año. No en vano, el nombre del chileno suena para los Oscar gracias a su reciente biopic sobre Jacqueline Kennedy protagonizado por Natalie Portman.

Neruda, por su parte, puede hacerse con el Globo de Oro a Mejor Película de habla no inglesa y la National Board of Review no ha tenido reparos en asegurar que se trata de una de las mejores películas del año. Mientras, aquí no dejamos que opte ni a mejor Película Hispanoamericana, aunque siendo una coproducción optaba a otras trece candidaturas.

Nueve libros que compartir con futuros ilustrados

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En el último Barómetro del CIS, los hábitos de lectura seguían sin aportar demasiada novedad respecto a la que vienen confirmando los últimos años: los españoles no leemos tanto como podríamos. El 36'1% de los encuestados afirma no leer nunca o casi nunca. ¿Por qué? Pues casi la mitad sostiene que la razón principal es que, simplemente, no le interesa o no le gusta hacerlo. Ni la falta de tiempo, ni el precio del libro son la causa principal.

'Rogue One', un refrito de todo lo que funciona en 'Star Wars'

"Siempre se ha dicho que el 'stop motion' es un arte moribundo y no es así"

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Laika empezó su andadura llamándose Will Vinton Studios. Pero tenga el nombre que tenga, el trabajo es el mismo: son, básicamente, un estudio de animación dedicado única y exclusivamente a la animación en stop motion.

En el currículum del equipo que lo compone se encuentran películas como Los mundos de Coraline, Los Boxtrolls o El alucinante mundo de Norman. Su última obra se llama Kubo y las dos cuerdas mágicas y se estrenó hace un tiempo en salas, aunque no funcionó como para tirar cohetes. La recaudación de taquilla sigue siendo algo inferior a la mayoría de las películas de la factoría, siendo su película más cara hasta la fecha. Paradójicamente, o no tanto, para muchos críticos se trata de la mejor película de la compañía.

Ahora, la película vuelve a probar suerte: el 21 de diciembre sale en formato doméstico, lanzado por Sony Pictures Home Entertainment. Una oportunidad que aprovechamos para hablar con Georgina Haynes, supervisora del estudio. Charlamos de un cine falsamente en peligro de extinción, de una de las mejores películas animadas del año y del futuro del estudio más importante a nivel internacional de esta técnica centenaria. 

Uno de los principales retos de Laika es competir con películas cuya producción no requiere de tanto esfuerzo en capital humano especializado. Les toca competir con Buscando a Dory o Zootrópolis con menos recursos y mayor esfuerzo. ¿Cómo ve la situación de Laika?

Afortunadamente, hay niños y adultos que todavía quieren ver cosas reales y tangibles delante de una pantalla, en lugar de imágenes 100% generadas por ordenador (ríe). Todos los estilos se complementan porque hay espectadores que buscan en una película de animación un mundo real y tridimensional donde sientan que pueden caminar y ser uno de sus personajes. Desde nuestro punto de vista cada película que hemos hecho ha sido nominada a los Oscar y económicamente seguimos siendo un estudio próspero.

¿Cree que el esfuerzo artesanal que requiere la animación stop motion repercute en la calidad argumental de sus películas?

Creo que gran parte de nuestro éxito surge porque somos un equipo que ha trabajado junto durante los últimos 10 años. Son personas que se han educado y crecido juntas. Eso repercute en el producto porque construyes proyectos en base a una consistencia de información y conocimiento compartido por todos los implicados. Eso no significa que no contratemos y formemos a nuevos animadores, no es que tengamos miedo de traer nuevas ideas.

Es interesante porque con la stop motion la gente cree que se trata de algo increíblemente laborioso, una forma muy difícil de hacer una película. Pero en realidad, una película de Laika no lleva más tiempo ni hay más personas involucradas en su desarrollo que en cualquier filme animado por ordenador o mediante dibujo tradicional. Sólo cambia el hecho de que tratamos con objetos reales, pero todo se suma a lo mismo.

En los últimos años las películas de animación stop motion son cada vez más difíciles de ver. Del total de películas de animación estrenadas en 2016, aproximadamente solo un 5% se han realizado con la técnica en la que usted es especialista. ¿Cree que el sector pasa por un mal momento?

Creo que la industria de stop motion es una industria fuerte porque tiene, y siempre tendrá, su propia manera de contar historias. Siempre se ha dicho que el stop motion es una especie de arte moribundo, pero creo que Laika y algunos otros estudios están demostrando que no es así. Se puede usar la tecnología en su favor y combinarla con esta antiquísima forma de hacer cine para crear algo único. Para tener una apariencia que no tiene ningún otro tipo de animación.

Kubo es una de las películas que más mezcla de técnicas de animación tiene del estudio. ¿Cómo ha sido combinar todos estos artes?

Combinar técnicas nos permite expandir nuestras películas hacia un mundo de posibilidades en cuanto a desarrollo de personajes y creación de ambientes expansivos. Como fabricante de títeres y jefe del departamento que se dedica a hacerlos, es muy importante que mi trabajo se retroalimente del que realizan la gente de animación por ordenador. Se trata de crear diálogos para que la apariencia de una película refleje una visión creativa común, y no sea sólo una mezcla de distintos tipos de animación.

Casi todo lo que se ve en una escena, en lo que se refiere a acciones clave, se realiza con marionetas de prueba, para luego grabar el movimiento físico con acciones que resulte igual de físicas y verídicas. Pero luego tenemos ciudades repletas de gente, montañas y paisajes que sí que se crean con CGI. En el fondo, hemos vivido una curva de aprendizaje sobre cómo combinar distintas técnicas sin problemas. Diría incluso que Kubo es el resultado de esta curva que suma el trabajo de una década combinando estilos.

Mientras que Los mundos de CoralineEl alucinante mundo de Norman tienen una ambientación norteamericana y Los Boxtrolls un toque más europeo, Kubo es la más abiertamente influenciada por Asia. ¿Cómo ha marcado el tono de leyenda asiática a la película? 

Dependía de los personaje que estábamos construyendo. Es decir, las referencias históricas y culturales cambiaban. Deborah Cook, la diseñadora de vestuario de Laika, basó gran parte de su trabajo en un proceso de investigación inicial que le permitía asegurar que cada vestido que veíamos era históricamente apropiado.

También hay que tener en cuenta que estábamos narrando una historia de fantasía. Había elementos que, aun siendo ficción, tenían que resultar creíbles.  En este sentido, los personajes de origami de la película fueron los que más trabajo requirieron. Cada una de sus formas y sus movimientos fueron investigados para asegurarse de que estábamos entendiendo la forma de arte del origami y el kirigami. Lo mismo pasó con el personaje del escarabajo. Para hacer su diseño nos fijamos en la armadura de los samuráis y cómo funcionaban sus movimientos. Un arte que aprendimos de personas reales, referencias históricas, museos y libros.

Con cada marioneta tuvimos un trabajo distinto según su naturaleza. Aunque es algo que hacemos con todos los personajes de Laika, la dificultad añadida de Kubo era que se desarrollaba en una cultura de una herencia sorprendente. Queríamos asegurarnos de que lo retratado tuviese un significado adecuado y no ofendiese a ninguna tradición.

La película recaudó 45 millones de dólares, una cifra inferior a otros títulos del estudio. La crítica la ha celebrado como su mejor película. ¿Por qué cree que Kubo ha enfrentado a público y crítica?

Creo que abordamos historias y temas que otros estudios de animación no abordan y hay un respeto por eso en la industria y en el espectador. También puede, hasta cierto punto, que nuestra audiencia sea un poco más amplia a la que se dirigen las producciones dirigidas al público infantil medio.

Es inevitable que unas películas tengan más éxito que otras, pero el respeto recibido en esta ocasión ha sido muy alentador, y nos ha alentado a seguir contando historias de la manera que lo hacemos. Personalmente, creo que Travis Knight (director de Kubo y las dos cuerdas mágicas y CEO de Laika), ha hecho una historia única.

A pesar de que la madurez siempre ha estado presente en las películas de Laika, Kubo es la película que más abiertamente de trata la aceptación de la muerte y el crecimiento personal. ¿Han crecido los espectadores con Laika o ha crecido el estudio?

Es cierto que tenemos una base de fans que nos ha seguido película tras película, sobre todo en Europa. Así que sí, creo que nuestra audiencia ha crecido con nosotros. En cuanto a Laika, éramos poco más que jóvenes postadolescentes cuando empezamos con Coraline, y ahora somos adultos maduros compitiendo en el mundo de la animación. Hemos crecido, sí, y creo que en todos los sentidos, en nuestra construcción de títeres, en nuestra animación, en nuestra narración... Pusimos los cimientos con Coraline, pero hemos estado construyendo sobre esa base algo nuevo con cada película.

En los últimos años parece haberse instalado en la animación estadounidense ciertas corrientes como la nostalgia de productos como ¡Rompe Ralph! o Frozen, o las secuelas y precuelas de poco riesgo como Buscando a Dory. ¿Como se ha mantenido Laika al margen de las modas y corrientes de este tipo?

Supongo que, al final, en Laika somos sólo artistas haciendo lo que nos gusta. Eso es lo que nos da ánimos para seguir adelante y hacer las películas que hacemos, de la única manera que sabemos.

Hoy en día, más allá de Laika, cuesta encontrar un estudio que se dedique a esto. ¿Qué referentes maneja en el arte de la stop motion moderna?

Mi referencia principal ya no existe, ya que su trabajo se desarrolló hace un siglo. Las películas de Vladislav Starévich fueron para mí lo más inspirador que he vivido, lo que realmente me atrajo a hacer lo que hago hoy. Hay maravillosos artistas en este ámbito pero de todos los que han existido, Starévich es el mejor para mí.

La historia de 'Tetris' como nunca la habías visto

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Es difícil, por no decir imposible, que conozcas a alguien que no sepa qué es el Tetris. O a alguien que no haya jugado nunca. Se trata de uno de esos pequeños inventos que no sabemos muy bien cuándo ni cómo descubrimos por primera vez, pero que todos hemos probado. Una distracción, un pasatiempo tan masificado que nunca nos hemos parado a pensar, ¿a quién se le ocurrió esto?

El crucigrama surgió de la mente de un periodista británico estresado. El sudoku, antes de llamarse así, fue creado por un arquitecto norteamericano traumatizado por la Segunda Guerra Mundial. El Tetris nació en las tardes libres de un investigador ruso inquieto que se sentía atrapado por su trabajo. Un pequeño acto de rebeldía ante una Academia de las Ciencias de Moscú a la que no le interesaban los videojuegos.

El cómic Tetris, el juego del que todos hablan, publicado en nuestro país por Héroes de Papel, editorial especializada en videojuegos, repasa su historia. Es la crónica de un joven con ganas de hacer algo diferente y la del laberinto burocrático en el que se convirtió su creación. Para muchos, el juego más popular de la historia.

Tetris: del malentendido al éxito

En 1985 Alexey Pajitnov trabaja para el Gobierno de la URSS en el Centro de Computación de la Academia de las Ciencias de Moscú. Estudia la inteligencia artificial e intenta crear un programa de reconocimiento de voz para la misma gente que ha puesto el Sputnik en órbita. Pero por las tardes, teclea su Electronika 60 intentando recrear los puzles que le hacían feliz cuando era un niño. Siempre le había gustado el pentominó, un juego de estrategia y rapidez mental que consiste en encajar piezas de madera en una caja. Así que imagina qué pasaría si la caja fuera vertical y las piezas cayeran del cielo.

Había nacido un juego que se extenderá como la pólvora. Primero en los ordenadores de la academia de Pajitnov y luego en los de todo Moscú. Era un shareware que la gente distribuía libremente en disquetes, se compartía, copiaba a discos duros y se pasaba de mano en mano. Nunca hubo dinero de por medio. A su creador no le importaba, pues nunca pensó que aquel juego de puzles llegase a ser lo que fue después.

Por eso, convencido por su colega Vladimir Pokhilko, envió el juego al Instituto Tecnológico de Hungría. Allí, el presidente del estudio británico Andromeda Software estaba en busca de un juego que vender al mercado internacional. Llegó a sus manos aquel extraño invento de encajar piezas.

Enganchadísimo al juego, se apresuró a realizar la primera oferta al creador del juego enviando un teletipo que tardó días en contestarse. Pajitnov, después de pensárselo dos veces, dijo que "estaría interesado", algo que Andromeda entendió como un sí rotundo.

¿Cuál fue el malentendido? Que vendió un juego que no tenía sin haber adquirido los derechos a una empresa llamada Mirrorsoft, que a su vez se lo encargó a los desarrolladores de otra empresa, Spectrum Holobyte, que con el tiempo lo diseñaría para Sega en Japón y para Atari en Estados Unidos.

En Rusia, Pajitnov había dado cuenta a la Academia de Ciencias de la existencia de Tetris. Esta se lo rebotó a la ELORG, un organismo creado por el Gobierno ruso para controlar la importación y exportación de hardware y software, que se haría cargo de los derechos del juego. Tetris era ahora propiedad del Estado.

El resultado: una empresa privada británica se enfrentaría a la URSS por un videojuego de encajar piezas. Un intrincado laberinto de negociaciones en el que intervendría hasta Gorbachov, y que Box Brown convierte en un cómic con ritmo de thriller y prosa de ensayo filosófico absolutamente entretenido. 

Viñetas para encajar piezas

"Alexey creía que los videojuegos eran la confluencia perfecta entre humanidad y tecnología", escribe Box Brown. "Los juegos se inspiran en la experiencia humana. No solo físicamente, sino también mental y emocionalmente. No son válvulas de escape: son metáforas del pensamiento, un reflejo de la sociedad".

Brown saltó a la fama con su cómic sobre el luchador y actor André René Roussimoff que Obey convirtió en icono pop. El cómic, llamado André the Giant: Life and Legend, estuvo tres semanas en la lista de los más vendidos del New York Times. En 2011 fundó una editorial de cómics independiente llamada Retrofit Comics.

En Tetris, el juego del que todos hablan, como en la obra que le hizo famoso, vuelve a apostar por un diseño de personajes que tiende a lo retro y formalmente sencillo. Un trazo que casa bien con su prosa; ágil y directa. Es cierto que pasa casi de puntillas por los momentos más duros y escabrosos de la historia, como es el caso del final de Vladimir Pokhilko, el mejor amigo de Alexey y cocreador del juego, que mató a su hijo y su esposa, y se suicidó después. Justo cuando acababa de fundarse The Tetris Company.

La ínfima paleta de colores se limita al amarillo, que juega el papel de dominio absoluto en unas viñetas que podrían ser, perfectamente, de un blanco y negro manifiestos.

Con Tetris, el juego del que todos hablan, Box Brown convierte la historia del nacimiento del videojuego ruso en una epopeya artística. Tetris es, para el autor, una obra de arte que debería figurar en cualquier libro de historia.


Un festival literario para pasar la navidad como niños de cualquier edad

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Las fiestas navideñas son una oportunidad para recuperar el tiempo perdido con el arte. En estas fechas se visitan exposiciones, se acuden eventos culturales de todo tipo y se aprovecha el tiempo que no se tiene el resto del año. También es un periodo vacacional en el que el público más pequeño suele tener una oferta cultural inaudita en amplitud y variedad, además de tiempo para disfrutarla.

Libros Amigos surge de entre esta oferta dispuesta a establecerse como una iniciativa cultural de ocio creativo para los más pequeños de la capital. El carácter diferencial de su propuesta consiste en que su programación no se centra en el consumo - el gran mantra de casi todo lo que se realiza en estas fechas-. Se trata de un festival que divide su oferta entre una feria editorial y multitud de espectáculos y actividades para niñas y niños.

La Casa Encendida de Fundación Montemadrid arranca esta primera edición, que tendrá lugar entre el 27 y el 30 de diciembre, con una programacón que incluye artes plásticas, edición, arquitectura, conciertos, DJ y espectáculos multimedia.

En Navidad no todo es comprar

Libros Amigos conforma una propuesta interesante y multidiscilplinar entorno a la literatura como objeto aglutinador. Con el fomento de la lectura como objetivo último, celebrará actividades como el taller de collage a gran escala. Este se celebrará el martes 27 y girará entorno a una pregunta clave: ¿Qué sucede cuando los dibujos salen del papel y se apropian del espacio? La respuesta la darán los niños en una actividad organizada por Cachetejack, dúo de ilustradoras formado por Nuria Bellver y Raquel Fanjul.

Al dibujo le seguirá el verso con un taller gratuito llamado Palabras encadenadas con poderío vital. En base a la mecánica del tradicional juego -que consistía en decir una palabra con la que el siguiente jugador tenía que seguir, diciendo otra que empezase por su última sílaba-, esta actividad propone componer una canción colectiva. Lo organiza Poderío Vital, un proyecto escénico formado por Óscar Bueno e Itxaso Corral, cuyo objetivo es construir melodías y letras de manera participativa.

Otra de las grandes apuestas del festival es la de comprobar, junto con los niños, que la literatura está en todas partes. Hasta en la arquitectura. Little Architect invita a niñas y niños a descubrir la arquitectura utópica y futurista mediante la creatividad. El camino hacia un mundo sostenible poblado por ciudadanos concienciados empieza, para sus desarrolladores, desde la más tierna infancia. Este proyecto educativo integra la arquitectura en las escuelas de primaria. El taller que celebrará en la Casa Encendida el miércoles 28 será el primero que Little Architect celebrará fuera de Reino Unido.

A la arquitectura enfocada a los más pequeños, se sumarán talleres como el de los artistas Pepe y Juan Medina, que proponen construir un relato a través de un itinerario participativo. Bajo el nombre Cambiar el curso de la historia, niñas y niños encontrarán diversas herramientas con las que construir cuadros y viñetas de gran formato que entrarán a formar parte de un gran relato en común.

Pero si esto nos parecía poco, el miércoles y el jueves el festival cerrará sus puertas con la actuación de DJ's de cualquier edad. Madres y padres, hijas e hijos podrán ponerse a los platos con las sesiones de Dj Dú. El miércoles el concierto lo capitaneará Abo y el jueves Blackbook Sessions a cargo de Isadora Saudinos.


Libros también, por supuesto

Más allá de las actividades que se llevarán a cabo del 27 al 30, Libros Amigos es, en el fondo, una 
feria editorial infantil de publicaciones independientes. La organización de un evento de esta magnitud celebrada en plena Navidad es suficiente prueba de ello: de un tiempo a esta parte la edición dirigida al público infantil se ha vuelto más experimental y variada que nunca.

Libros Amigos plasma esta eclosión creativa a través de una selección de editoriales que desarrollan su labor en terrenos como la ilustración, la divulgación y la reformulación de los cuentos tradicionales. Las editoriales participantes, que mostrarán y venderán sus libros, componen algo más que una reunión de casetas en las que encontrar regalos originales para estas fechas. Son una  panorámica global y sorprendente de un sector en auge.

Libros Amigos nace como un proyecto que aspira a dar visibilidad al trabajo de editoriales independientes dedicadas a la publicación de libros para niños y adolescentes. Un proyecto de La Casa Encendida cuya programación, comisariado y organización sigue la estela de Libros Mutantes, la Feria Editorial Independiente de Madrid que se está consolidando como el principal evento dedicado a la edición independiente y experimental en España.

Don't Worry, Be Murray

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¿En qué momento Bill Murray empezó a ser el icono que es hoy? Resulta difícil decirlo pues tal vez lo ha sido siempre. De hecho son muy pocas las figuras que transgreden la línea que separa una generación de otra manteniendo intacta su conexión con el espectador durante más de tres décadas. En los ochenta era un icono para los fans de El pelotón chiflado o Los Cazafantasmas. En los noventa repetía la jugada con Atrapado en el tiempo o Ed Wood. Y llegados a los 2000 Lost in Translation y sus secundarios para Wes Anderson seguían reivindicando su figura.

Aunque puede que el hecho más definitorio de lo que simboliza hoy naciese a mediados de 2010, cuando empezaron a prender como la pólvora las anécdotas protagonizadas por el actor, carne de cañón para un Internet sediento.

La historia más célebre decía que podías estar en una esquina cualquiera de una ciudad cualquiera, cuando de repente alguien te tapaba los ojos y decía "¿Quién soy?". Cuando retiraba las manos y tú, anónimo e insultado caminante, te dabas la vuelta para verle la cara al responsable veías plantado delante de ti a Bill Murray. Este, ante tu atónita mirada, sonreía y decía por toda contestación: "Nadie te va a creer", y se iba caminando por donde había venido.

Ahora, años después de que Internet descubriese lo prolífico que podía resultar su figura, coinciden en nuestras librerías dos biografías nada convencionales: Yo, Bill Murray, editado por Bandaàparte, y Cómo ser Bill Murray, publicado por Blackie Books. Dos libros que, desde distintos puntos de vista, abordan el fenónemo que el actor ha protagonizado. Él sigue sin afirmar ni desmentir ninguno de los rumores que protagoniza.

La fama anónima

El primero de los libros en llegar a nuestras estanterías se subtitula con la definitoria frase "esto iba a ser una biografía autorizada de Bill pero no lo encontramos". Así presenta su libro Marta Jiménez, periodista especializada en Comunicación y  Cultura que divide su tiempo en levantar festivales como el SEFF de Sevilla y escribir en Cordópolis o en Diario Córdoba entre otras muchas actividades.

Su libro es un repaso a la vida y obra del actor de Illinois pero también es algo más que eso. Yo, Bill Murray pretende, en palabras de su autora, "bucear en la cabeza de Murray. Dibujar un retrato del autor fuera y dentro de la pantalla como intérprete y como personaje real, contextualizándolo a través de sus películas y sus miles de anécdotas".

Su portada, que recuerda al póster de Cómo ser John Malkovich, ya nos avisa del método que va a utilizar. Se trata de imaginar que entramos dentro de la cabeza de un actor que nadie nunca sabe lo que está pensando. Su prosa, pues, se contagia de una filosofía anárquica e imprevisible. Yo, Bill Murray no empieza diciendo que el humorista estadounidense nació una fría mañana de un 21 de septiembre de 1950. No sería lo adecuado.

En cambio, sí lo hace contando que un día el protagonista de Life Aquatic cogió un taxi en Oakland. Durante el viaje, el taxista le contó que era saxofonista pero que nunca podía tocar debido a una jornada laboral de catorce horas, aunque siempre llevaba el instrumento en el maletero por si tenía un rato libre. Murray le obligó a parar el coche y a coger el instrumento. Le pidió que se sentase a tocar en el asiento del copiloto mientras él cogía el volante del coche y se conducía a sí mismo a su destino. Así recorrieron la bahía de Sausalito y al finalizar, pagó al taxista, le dió las gracias y se marchó.

Esas anécdotas resumen mejor quién es Bill Murray: una estrella desconocida. Una vida privada casi opaca, amén de su sonado divorcio, que contrasta con un nombre que a casi todo el mundo transmite algo. Un humorista que convierte el mundo en un decorado y ve en cada vivencia una oportunidad de hacer algo que, usualmente, nadie haría. De ser él.

La habilidad narrativa de Marta Jiménez consiste, justamente, en contar su historia aceptando la contradicción de que todo el mundo sabe cosas sobre una figura que en realidad nadie conoce. Tal vez en eso resida el secreto de sus actuaciones: lo que va por dentro se nota, puede emocionar sin cambiar un ápice su rostro. "La mirada de Murray puede encerrar un abanico de emociones inabarcable sostenida por expresión que no cambia", describe la autora.

Yo, Bill Murray condensa la particularidad de la figura del actor en un cúmulo de experiencias a cada cuál más imprevista. Fiel a su filosofía caótica, se ocupa incluso de imaginar cómo hubiesen sido los papeles que nunca hizo, si hubiese doblado a Buzz Lightyear en Toy Story o calzado el traje de Batman. Un libro con infinitas posibilidades que se divide en tres actos, como si la vida de un teatro se tratase, y que complementa su historia con 16 ilustraciones geniales que harán las delicias de los fans.

La receta de la felicidad según Bill Murray

Aunque inevitablemente muchas de las anécdotas del anterior libro estén también en el que escribe Gavin Edwards, periodista neoyorquino de cabeceras como WiredRolling Stone o The New York Times, se trata de materiales distintos. Cómo ser Bill Murray es un antimanual de antiayuda.

Edwards narra los milagros del icono pop, siempre con la ironía que permite el formato, a través de "Los diez principios de Bill". Un decálogo de locuras que ahonda en su viscómica hacia la realidad. En su forma de entenderla y aprovecharse de ella.

Las diez mandamientos del murraynismo son: 1. Los objetos son oportunidades, 2. La sorpresa es oro. Lo fortuito es una langosta. 3. Invítate tú a la fiesta, 4. Asegúrate de que todos los demás estén invitados a la fiesta, 5. La música une a la gente, 6. Sé generoso con el mundo, 7. Insiste, insiste, insiste, 8. Conoce tus placeres y sus parámetros, 9. Tu espíritu seguirá a tu cuerpo y 10. Mientras la tierra siga dando vueltas haz algo útil.

Así, Edwards utiliza lo anecdótico para ir al hueso del asunto: ¿Quién es Bill Murray? Como contestación, el autor ilustra el segundo mandamiento contando cómo el intérprete hizo creer a un señor enfadado de un hotel que era un yakuza gracias a un libro llamado Ligar en Japonés, o como intentó colarle la cuenta de una cena al célebre realizador Sergio Leone, que una noche cometió el error de coincidir con él en un restaurante.

Mientras que, para ejemplificar el sexto principio, narra el primer día de rodaje de Atrapado en el tiempo según Stephen Tobolowsky. El actor hacía de secundario cuando conoció a Murray. Este le pidió que le enseñase si su personaje era gracioso pero cuando repitió sus frases de guion, el actor se quedó impertérrito y sin decir nada. De repente le contestó: "Vale, es gracioso. ¿Sabes qué necesitamos ahora mismo? Bollos daneses. Un montón de bollos daneses". Salió corriendo del plató y compró decenas de cajas para todo el equipo de la película.

El guionista de Atrapado en el tiempo Danny Rubin, siempre ha defendido "que esa forma suya de entrar en un sitio y ponerlo todo patas arriba no está tan relacionada con el deseo de ser el centro de atención como con la intención de crear un ambiente lúdico en el que existir". De eso va, en su gran mayoría, Cómo ser Bill Murray: de hacer de lo que nos rodea un mundo algo más habitable y más divertido. Empezando por nosotros mismos.

El icono de Illinois es literatura pero, sobretodo, es cine. ¿Cuál es tu película favorita de Bill Murray? ¡Vota aquí!

'Trollhunters', la deformada fantasía infantil de Guillermo del Toro

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"Creo que lo primero que diferencia a cualquiera que construya historias o tenga alguna inclinación artística es su capacidad para mirar de una manera excesivamente empática o sensible la otredad; es decir, el dolor de la gente, las inconsistencias del mundo, lo que te dicen los adultos", decía Guillermo del Toro. "Eso me hacía escuchar al mundo de manera diferente, porque no entendía bien las reglas impuestas por los adultos, ni la salvaje brutalidad con la que los niños se divertían".

De niño, el creador de películas como El espinazo del diablo o Hellboy veía en su entorno algo deformado, que le resultaba brutal y contra lo que tenía que defenderse. Sufría bullying casi desde que tenía memoria y engordaba porque así, cuenta él mismo, podía defenderse mejor. La fantasía, la lectura y la creación fueron su refugio.

Tal vez por eso, las historias de fantasía protagonizadas por niños y jóvenes han sobrevolado siempre su filmografía. Desde el niño que llega al orfanato republicano de El espinazo del diablo hasta la joven Ofelia de El laberinto del fauno: infantes a los que la fantasía salva y condena a partes iguales.

Lo explicaba en la profusa entrevista que le realizaba Juan A. Pedrero Santos en Las fábulas mecánicas: Guillermo del Toro, posiblemente el mejor ensayo sobre su figura publicado en castellano. Ahora, el realizador mexicano estrena serie en Netflix. Se llama Trollhunters y es la historia de un joven que se enfrenta a sus miedos con una armadura mágica y unos amigos trolls.

El camino del héroe

Jim Lake Jr. es un joven con 15 años y pocas preocupaciones más allá de estudiar y cuidar de su madre, una enfermera en eterno turno doble. Un día tropieza con un amuleto místico que le descubrirá una civilización secreta de trolls escondida bajo el pequeño pueblo en el que vive. Desde ese momento deberá asumir la responsabilidad de convertirse en Trollhunter, el protector de un mundo mágico de criaturas subterráneas.

La premisa de la novela en la que se basa la serie era bastante simple: un joven luchaba contra goblins, gnomos y criaturas de todo tipo pertrechado con una armadura mágica. También aprobaba ciencias, lidiaba con las hormonas adolescentes y las actividades extraescolares en la vida de un joven falsamente incomprendido. Es decir, Trollhunters no era nada rompedora dentro del canon literario de fantasía juvenil clásico.

Sin embargo, Daniel Kraus no estaba solo en la empresa de llevar a cabo su cuarta novela. Le ayudaba Guillermo del Toro, que aprovechaba la prematura fama del norteamericano para quitarse lo que parecía ser una espina clavada desde tiempos de instituto. También perfeccionaba su otra faceta: había debutado como escritor en 2009 cuando escribió Nocturna a cuatro manos con Chuck Hogan pero aun le quedaba mucho que contar. Nacía así una amena novela teen que se publicó en junio de 2015 y que se convirtió, sin haber sido ningún fenómeno de ventas, en una serie de animación de la mano de la más grande plataforma de VOD del mercado.

El pasado día 23 Netflix estrenó Trollhunters, una apuesta por la animación de carácter familiar que busca rellenar de producciones propias un nicho de mercado por explotar. Una serie de espíritu juvenil pero carácter infantil que recupera esencias de fantasía clásica más inofensiva.

A medio camino entre relato iniciático y la épica aventurera, la serie cumple su función de entretenimiento con mensaje positivo. La lucha contra el bullying, la necesidad de descubrirse a uno mismo, la capacidad de aceptar la diferencia o el uso con consecuencias de la violencia son algunos de los ejes temáticos que la sobrevuelan. Amén de ser una pequeña reivindicación de un subgénero hoy denostado como el de espada y brujería. Pero... ¿Es suficiente?

La eterna batalla de la fantasía

"Lo que se dirime no es tanto la presencia de lo real y lo irreal en un mismo plano de igualdad como la imposibilidad de que esa convivencia sea pacífica: fantasía y realidad chocan de manera inevitable", decía Tomás Fernández Valentí en el ensayo antes mencionado. Valentí escribía esto sobre El laberinto del fauno pero la afirmación bien podría aplicarse a todo el cine de Del Toro. Para el realizador, lo mágico no tiene sentido si no engarza siempre con un discurso reflexionado sobre el mundo que nos rodea. 

Trollhunters es un intento de reivindicación de esta máxima y una apuesta clara por revalorizar el fantástico juvenil en la pequeña pantalla. Pero se enfrenta a un problema que atañe directamente a su razón de ser: el choque entre los dos mundos que tan bien manejaba Del Toro es aquí un cúmulo de tópicos insulsos.

Lejos de la complejidad pop autoconsciente de series como El asombroso mundo de Gumball o la excelente Gravity Falls, Trollhunters se conforma con ser una hija rara de la serie animada de Kung Fu Panda, saga de la que Del Toro fue consultor creativo, y la mítica Gárgolas de los noventa. Aún con aciertos en su imaginería, todo lo que se supone que resulta edificante termina por ser aburrido.

Desde el compañero gordito y tontorrón con buen alma, hasta la absurda representación del género femenino cuya existencia solo sirve para colar una historia de amor juvenil: Trollhunters decepciona en lo fundamental y emociona en lo accesorio. Una oportunidad para reconciliarnos con la fantasía, pero también para ver el largo camino que queda por recorrer en la ficción animada.

Las 15 películas más esperadas de 2017

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Este mes ya llegan algunos de los títulos más importantes de la temporada. El Silencio de Martin Scorsese o la flamante La La Land de Damien Chazelle darán que hablar en las próximas semanas y serán, entre otros, los encargados de dar por inaugurado el calendario cinematográfico del año.

A ellas les seguirá un año movido por lo significativo de algunos regresos y la importancia de ciertos blockbusters. Vuelven Christopher Nolan y Denis Villeneuve pero también Michael Haneke. Wonder Woman se la juega con el peso de una responsabilidad casi histórica dentro del género superheroico, y los reboots de La Momia y Spider-Man pretenden renovar algo que el espectador tiene más que reciente. 

Repasamos los títulos más esperados de un año que parece apuntar moderadamente alto en sus objetivos: nos enfrentaremos a un 2017 con apuestas de cierto riesgo para las majors, de continuismo de sagas que ya se sabe que van a funcionar y de títulos pequeños que vienen a dar el contrapunto de un arte en conflicto permanente entre autoría e industria. Allá vamos: estas son algunas de las películas a las que hay que seguir la pista en el año que acabamos de empezar a andar. 

Dunkerque

¿Quién? Christopher Nolan vuelve del espacio tras la monumental Interstellar y lo acompañan algunos sospechosos habituales de su cine como Tom Hardy o Cillian Murphy.

¿Por qué? Porque Nolan lleva años ofreciendo la que se podría definir como una buena combinación de autoría y voz propia con grandes presupuestos hollywoodienses y ver lo que puede hacer con la Segunda Guerra Mundial es harto interesante.

¿Cuándo? 21 de julio en cines españoles.

 

Blade Runner 2049

¿Quién? Denis Villeneuve, realizador canadiense de probado talento, toma el relevo de Ridley Scott 35 años después del estreno de Blade Runner. Protagonizan Ryan Gosling y Harrison Ford. Escriben el guión el responsable de la adaptación original (Hampton Fancher) a cuatro manos con Michael Green curtido en series como Smallville y Héroes.

¿Por qué? La original es un hito de la historia del cine, así que su secuela se enfrenta a los fans de aquella y a la nueva sensibilidad de un mundo mucho menos impresionable que el de principios de los ochenta.

¿Cuándo? 6 de octubre en cines españoles.

Alien: Covenant

¿Quién? Ridley Scott vuelve al universo de Alien después de la compleja y polémica Prometheus. Desde entonces el realizador nos ha dado una de cal y una de arena con El consejero, Marte y Exodus: Dioses y reyes.

¿Por qué? El tráiler anticipa un retorno al terror cósmico de interiores que era el gen de la producción del 79. Podríamos estar delante de la película que resucite la calidad de la saga, obviando las divagaciones filosóficas.

¿Cuándo? 11 de agosto en los cines españoles.

Guardianes de la galaxia Vol. 2

¿Quién? Repiten la jugada James Gunn detrás de las cámaras y el reparto original, delante.

¿Por qué? Después de haber conseguido en la primera parte de esta aventura galáctica una mezcla de acción, simpatía y ritmo encomiables, Guardianes de la galaxia pretende volver al escapismo cool que la hizo grande. Y también está el tema de Baby Groot, claro.

¿Cuándo? 28 de abril en cines españoles.

Lion

¿Quién?

Con la serie británica Top of the Lake, Garth Davis se puso en el punto de mira de la industria de la gran pantalla. Ahora da el salto con Dev Patel, Nicole Kidman, Rooney Mara.

¿Por qué? Arrastra tirón en los premios norteamericanos tras ser nominada en los Globos de Oro y en los Critics Choice Awards y triunfar en el Festival de Toronto. Puede ser una de las sorpresas indies de la temporada.

¿Cuándo? 27 de enero en cines españoles.

Manchester frente al mar

¿Quién? Con dos películas poco sonoras en su haber, parece que Kenneth Lonergan ha dado en el clavo con este drama familiar. Protagonizan Casey Affleck, Michelle Williams y la joven promesa Lucas Hedges.

¿Por qué? Igual que Lion, lleva unos meses sonando en premios y círculos especializados. Pisa fuerte para los Globos de Oro y puede ser uno de los dramas más conseguidos que veremos en tiempo.

¿Cuándo? 3 de febrero en cines españoles.

Moonlight

¿Quién? Tras años de ganarse el pan en el mundo del cortometraje, Barry Jenkins vuelve al largo con una película llena de actores desconocidos exceptuando a Mahershala Ali.

¿Por qué? El cóctel de drama criminal y homosexualidad propuesto no para de ganar adeptos. El agregador de ratings Cinesift dice que sumando las notas del tomatómetro, IMDB y Letterboxd, Moonlight es la mejor película del año pasado.

¿Cuándo? 10 de febrero en cines españoles.

Jackie

¿Quién? Pablo Larraín ha encadenado proyectos de calidad como No, El Club o Neruda. Protagoniza Natalie Portman que suena a Oscar.

¿Por qué? Al margen de lo que nos pueda interesar un biopic sobre la exprimera dama estadounidense Jacqueline Kennedy, quienes la han visto coinciden en que Portman ofrece una actuación de altura. Además de que Larraín es uno de los realizadores con más personalidad del momento.

¿Cuándo? 17 de febrero en cines españoles.

Trainspotting 2

¿Quién? El director, el guionista y todo el reparto de Trainspotting vuelven tres décadas después de convertir su trabajo en un objeto de culto generacional.

¿Por qué? Porno, la novela de Irvine Welsh que adapta esta película, actualizará su discurso sobre la inmadurez en pleno auge comercial de la nostalgia e inmersos en una sociedad digital. Habrá que comprobar si su ácida mirada sigue funcionando.

¿Cuándo? 3 de marzo en cines españoles.

El guardián invisible

¿Quién? El fenómeno editorial español más relevante de los últimos años llegará a los cines adaptado por Fernando González Molina y protagonizado por Marta Etura.

¿Por qué? Cierto es que su director es también el responsable de Tengo ganas de ti, pero la novela de Dolores Redondo de la que parte el filme tiene suficiente fuerza como para hacer de esta adaptación uno de los grandes estrenos españoles del año. No lo tiene fácil.

¿Cuándo? 3 de marzo en cines españoles.

Ghost in the Shell

¿Quién? Rupert Sanders tiene por delante el trabajo de adaptar tanto el manga Masamune Shirow como la película de Mamoru Oshii.

¿Por qué? Si la jugada saliese bien, que no lo parece, podríamos estar ante una prueba de que Hollywood es capaz acercar la sensibilidad nipona al público mayoritario de costumbre occidental. 

¿Cuando? 31 de marzo en cines españoles.

Wonder Woman

¿Quién? Patty Jenkins, responsable de la rotunda Monster, se enfrenta a la responsabilidad de adaptar a la primera superheroína de la edad de oro de los superhéroes en la gran pantalla. Gal Gadot interpreta a la princesa de las Amazonas, y la acompañan Chris Pine y Robin Wright.

¿Por qué? "Escribir sobre por qué es importante hoy por hoy Wonder Woman requiere pensar, sobre todo, en el potencial del arquetipo que el personaje ha contribuido a establecer a lo largo de sus 75 años de historia", decía Elisa McCausland en Canino. Estamos ante una oportunidad de oro para la representación mainstream del feminismo en la industria del entretenimiento.

¿Cuándo? 23 de junio en cines españoles.

La torre oscura

¿Quién? De J. J. Abrams a Ron Howard, muchos son los nombres que han sonado para adaptar esta serie de novelas de Stephen King. El elegido: Nikolaj Arcel, realizador danés que viene de escribir los guiones de las excelentes entregas de Los casos del departamento Q y de conseguir un nombre en el cine de su país. 

¿Por qué? La torre oscura cuenta con un fandom reunido durante más de tres décadas. Muchos son los que tienen ganas de ver cómo se consigue adaptar una serie de novelas casi maldita por el cine, y cuyo argumento mezcla el terror, fantasía, ciencia ficción y western.

¿Cuándo? 4 de agosto en cines españoles.

Happy End

¿Quién? Dos astros del cine europeo contemporáneo: Michael Haneke en la dirección e Isabelle Huppert como protagonista son ingredientes más que suficientes.

¿Por qué? Casi cinco años han pasado ya desde que Haneke dirigiese aquella obra maestra llamada Amor. Su retorno y su capacidad para retratar el drama de los refugiados, argumento base del filme, parecen indicar que podemos estar ante una de las películas francesas del año.

¿Cuándo? Sin fecha de estreno. 

Coco

¿Quién? Lee Unkrich vuelve a la dirección en Pixar tras el éxito de Toy Story 3. Le acompaña el debutante Adrian Molina como realizador.

¿Por qué? Porque Pixar sigue siendo Pixar y porque Unkrich es casi un valor seguro después de películas como Monstruos S.A. o Buscando a Nemo.

¿Cuándo? 1 de diciembre en España.

Martin Scorsese y la religión como arma de doble filo

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Si no hubiese sido director de cine, Martin Scorsese sería cura. El director de Uno de los nuestros profesa una fe que le acompaña desde su niñez. Cuando no levantaba un metro del suelo solía ayudar como monaguillo en la parroquia de su barrio. Echaba una mano en los funerales y las misas a un párroco llamado Francis, amigo del realizador y con quien compartía la pasión por el cine.

De la misma manera que la fe ha estado presente en toda su vida, la iconografía religiosa lo ha estado en su filmografía. Tomando múltiples y extrañas formas: desde lo evidente de las interesantísimas Kundun y La última tentación de Cristo, hasta el retrato mundano de personajes como el de Ving Rhames en la injustamente denostada Al límite.

La fe vuelve ahora, más compleja y reflexiva que nunca, con un proyecto en el que Scorsese lleva trabajando más de dos décadas y para el que habían sonado actores con Daniel Day-Lewis o Ken Watanabe. Silencio es un sueño cumplido para él, pero también es una película irregular para muchos. 

Shūsaku Endō y la religión del sufrimiento

Scorsese descubrió Silencio de la mano de un hombre de hábito. Paul Moore, una de las voces progresistas más importantes del arzobispado neoyorquino, contactó con él después de haber visto La última tentación de Cristo y, después de una larga charla, le regaló a modo de despedida una novela histórica escrita por Shūsaku Endō.

Era la historia de Sebastián Rodrigo, o lo que es lo mismo, la de los jesuitas portugueses que viajaron hasta el Japón del siglo XVII para difundir la palabra de Dios entre los campesinos. Y se encontraron de bruces con una inquisición que perseguía a los curas para hacerlos apostatar aunque les costase la vida.

El libro, publicado en nuestro país en 2009 por Edhasa, es una novela histórica atípica. En un momento en el que el subgénero literario se pierde en las minuciosas recreaciones y descripciones de episodios históricos, rescatar el relato que Endō publicó en 1966 nos pone los pies en el suelo. Es una descarnada confesión de apenas 250 páginas sobre lo que significa no sólo tener un sentimiento religioso, sino difundirlo y defenderlo.

Andrew Garfield interpreta a Rodrigo en una epopeya que sigue al pie de la letra, y casi de manera enfermiza, la novela de Endō. Una historia de sacrificio y de dudas que nos plantea cómo se siente un predicador que corre el peligro de descubrir que Dios no está dónde él esperaba ni se presenta cuando se le necesita.

Su personaje nos guía por un Japón peligroso y violento que Scorsese retrata con una puesta en escena imponente. Acostumbrado a tratar con los monólogos interiores, la voz de Rodrigo apuntala el pensamiento del realizador. "Raza digna de compasión, nosotros, los sacerdotes, nacidos en este mundo para el servicio del hombre, sólo para servir. Y sin embargo, no existe un ser tan miserable y solitario como el sacerdote cuyo servicio se torna imposible", dice Sebastián Rodrigo en la novela.

La de Silencio es una religión ligada al dolor y el estoicismo. Por eso mismo, dejar que una religión extranjera se propagase era admitir que el campesino podía profesar algo que las élites no controlaban. La religión era el ejercicio del poder de una fuerza que ellos no legitimaban. "El pecado mayor contra Dios era la desesperación. Lo sabía bien. Pero no conseguía explicarme porque Dios seguía en silencio".

¿Un Dios afónico?

Ante la persecución y el despotismo de la clase dirigente nipona, los jesuitas portugueses solo podían contraatacar con la palabra. Pero cuando por mucho que se rece, eso no es suficiente... llega el conflicto. El silencio de Dios es lo más doloroso para un creyente.

Scorsese plantea su discurso en base a esta cuestión para psicoanalizarse a sí mismo, y descubrir, si acaso, cómo entiende la fe y la profesa. Pero ensimismado en su viaje espiritual, corre el peligro de dejar al espectador rezagado. Endō hacía del trayecto una excusa para hablar de la opresión, de la sociedad nipona de la época, de la soberbia del eclesiástico o de la épica absurda del martirio y la falsa muerte espléndida.

Pero Scorsese prefiere la narración sin garra, el sosiego de sentirse desamparado, la soberbia convertida en locura –ese Garfield enajenado tras ver en su reflejo la cara de Jesucristo– y, en última instancia, un tratado sobre la fe sin lectura social.

"Cristo no murió por los elegantes ni por los buenos. Morir por los buenos, por los exquisitos, es cosa fácil; pero morir por los miserables, por los podridos, es algo muy difícil", escribía Endō. El cura era un campesino más, predeterminado a difundir la fe, pero también a mejorar la vida de los que le rodeaban. "No nos dé por muertos, que tiene que quedar una azada, una por lo menos, aunque sea pequeña, para labrar esta tierra desolada", narraba. 

Es muy difícil negar que durante gran parte del metraje, la fascinación que siente por el material original se transmite. Su primera hora es un prodigio visual y actoral orquestado para deconstruir el idealismo y fanatismo de los clérigos protagonistas. Pero luego el relato se deshilacha y el ritmo cae. Difuminadas sus intenciones, Silencio ofrece ciertos momentos de verdadera inspiración entre tediosas conversaciones y minutos de caminar sin rumbo.

"Cuando rezaba no era para darle las gracias a Dios, era para pedir su ayuda o para airear sus quejas y su resentimiento. Sacerdote como era, se sentía degradado y avergonzado", explicaba Rodrigo en la novela.

Scorsese se centra en este sentimiento y lo exprime, pasando por alto una historia en la que había mucha más tela que cortar. Opta por la gravedad omitiendo el humor que caracterizaba al personaje del padre Garpe, que interpreta con autoridad Adam Driver, o el retrato de secundarios más allá de su función narrativa. Eso sin mencionar el hecho de convertir al villano de la función, Inoue, en un personaje histérico más propio del cine de Tarantino que de un antagonista complejo y tridimensional.

Duele pues reconocer que la energía y el ritmo al que nos tenía mal acostumbrados, y que el material original pedía, se torna esta vez en languidez. Pero no en una calma interesante que dominaba Kundun, o La edad de la inocencia. Esta falta de rumbo termina por vagar sobre los mismos conceptos e ideas una y otra vez, volviéndose tan reiterativa como poco sutil.

La redención según Scorsese

En Al límite, Scorsese terminaba la aventura de Nicolas Cage, acomodándolo en los brazos de Patricia Arquette con una imagen que imitaba a la Pietà de Miguel Ángel. Es una constante en toda su carrera: el personaje que busca una redención última que expíe todos sus pecados. Charlie en Malas Calles, Jake LaMotta en Toro Salvaje, Eddie Felson en El color del dinero, Teddy Daniels en Shutter Island... y ahora Sebastián Rodrigo en Silencio.

En cierto sentido, el cine es la redención de Scorsese, el arte que le ha mantenido vivo y le ha salvado en más de una ocasión. Pero la religión es su espada de Damocles: algo que siempre ha sentido pero que se ve incapaz de seguir al pie de la letra.

Por eso, Silencio es valiosa en términos cinematográficos: no sólo se encuadra perfectamente en la carrera de Scorsese, sino que es un producto que cuesta cada día más ver en cualquier multisalas. Producciones a este nivel de introspección pero con tal marketing y distribución es un privilegio reservado a unos pocos. Pero ahí nos queda Scorsese para recordarnos que existen infinitos cines, igual que existen infinitas maneras de entender la fe.

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