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Diez imprescindibles de Cannes 2016

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Cannes 2016 arrancó el miércoles con la última película de Woody Allen. Café Society es una comedia romántica protagonizada por Jesse Eisenberg y Kristen Stewart que ya ha dividido a la crítica nacional e internacional, lo que es ya un pistoletazo de salida de considerable ruido. A esto, deberíamos sumarle lo que puede dar de sí un jurado realmente complejo capitaneado por George Miller.

Quedan aún algo más de una semana de festival, por lo que tocará estar atentos a los descubrimientos que cada año se forjan, tanto en la Sección Oficial como en las paralelas. Es difícil negar que el riesgo formal no es la gran apuesta de la Oficial, en la que de 21 títulos sólo cuatro están realizadas por nombres que nunca han competido en ella. A pesar de todo, ya hay películas que destacan por cuenta propia incluso antes de haber vivido su primer pase en el Grand Théâtre Lumière. Si estuviéramos en Cannes, estas son las películas que, sin duda, no habríamos pasado por alto.

Juste la fin du monde, de Xavier Dolan

Apenas dos años después de hacerse con el Premio del Jurado por Mommy ex-aequo con el Adieu au langage de Jean-Luc Godard, el jovencísimo director canadiense estrena Juste la fin du monde. Se trata de un drama sobre un escritor que vuelve a su pueblo natal para contarle a sus seres queridos que padece una enfermedad que va a acabar con su vida tarde o temprano. Una adaptación de una obra de teatro de Jean-Luc Lagarce que supone la primera obra de Dolan con estrellas de la talla de Vincent Cassel, Marion Cotillard o Léa Seydoux. El canadiense compite por la Palma de Oro en la Sección Oficial.

The Wailing, de Na Hong-jin

Tal vez Cannes no sea el sitio en el que piensas que vas a ver el thriller surcoreano de la temporada. Y sin embargo, la nueva película de Na Hong-jin tiene todos los ingredientes para serlo: una aldea rural, un asesino en serie, policías incompetentes y antiguas supersticiones. Su potentísimo debut (la inolvidable, por tortuosa, The Chaser) y la infravalorada The Yellow Sea preceden a este thriller que promete ser de los duros. Aunque esté en Sección Oficial se nos presenta fuera de competición.

Loving, de Jeff Nichols

Jeff Nichols no necesitó más que un par de proyectos para ganarse un status-quo respetadísimo dentro del cine de corte independiente en EEUU. Y ahora parece que no para: hace no demasiado presentaba su thriller sobrenatural Midnight Special en el Festival de Berlín y ahora llega a Cannes con Loving. Una vuelta de tuerca al dramatismo que ya investigó en Take Shelter y Mud. Esta vez lo hace con la historia real de un matrimonio que, en 1958, fue encarcelado, arrestado y repudiado por el simple hecho de ser un matrimonio interracial.

The Nice Guys, de Shane Black

También fuera de concurso nos llega The Nice Guys. Russell Crowe y Ryan Gosling como pareja de "detectives" es una idea que, per se, ya resulta de lo más atractiva. Pero tener detrás de la cámara al director de Kiss Kiss Bang Bang, dirigiendo una comedia de tono neo-noir ambientada en los setenta es, directamente, una tentación dolorosa. Dolorosa porque Shane Black es un realizador absolutamente imprevisible. De The Nice Guys nos podemos esperar cualquier cosa, y eso tiene su aquél.

The Red Turtle, de Michael Dudok de Wit

Cuando Studio Ghibli anunció que dejaba la producción cinematográfica para una temporada, lo que no anunció fue que nos regalaría coproducciones tan suculentas como The Red Turtle. Dudok de Wit, famoso animador holandés que ganó el Oscar a Mejor Corto de Animación por la preciosa Father and Daughter, nos trae ahora un largo mudo sobre un náufrago y la historia de su vida. Entra pisando fuerte en Un Certain Regard.

The Handmaiden, de Park Chan-wook

Park Chan-wook es uno de los directores surcoreanos más prolíficos del panorama actual. Después de una aventura americana más o menos desafortunada como fue Stoker, el director de la celebrada trilogía de la venganza, vuelve a su país natal. Compite por la Palma de Oro con un drama romántico de época que nos traslada a la Corea de los treinta para narrar la relación de amistad entre una joven rica que no puede salir de su casa y su nueva criada.

Ma Loute, de Bruno Dumont

Después de regalarnos una obra maestra de 200 minutos de posthumor como El pequeño Quinquin, Bruno Dumont vuelve con una comedia dramática que promete descolocar a más de un crítico en Cannes. La desaparición de unos turistas desemboca en la investigación de una población de pescadores y granjeros de ostras, con un reparto al más puro estilo Dumnot, con Juliette Binoche y Valeria Bruni y Fabrice Luchini.

Paterson, de Jim Jarmusch

Uno de los nombres clásicos de la Sección Oficial. El indescriptible y difícilmente encasillable director de Extraños en el paraíso apuesta esta vez por un drama en apariencia ligero que puede ser mucho más. Después de la pesada Sólo los amantes sobreviven, Jim Jarmusch lo apuesta todo a una sencilla historia de un conductor de autobús neojerseíta, encarnado en uno de los actores más cotizados de la actualidad: Adam Driver. Una unión de dos talentos de peso que, sin embargo, corre el peligro de pasar desapercibida durante el festival.

Captain fantastic, de Matt Ross

Matt Ross, realizador británico casi desconocido, plantea en Captain Fantastic la odisea de un padre de seis hijos que después de pasar diez años alejado de la civilización, tiene que volver al mundo actual. También es cierto que muchos no necesitan excusa alguna para ver una película protagonizada por Viggo Mortensen, pero Captain Fantastic tuvo un cálido recibimiento en Sundance y se espera que se convierta en una de las sensaciones indies del año.

The Neon Demon, de Nicolas Winding Refn

No solo una de las películas más esperadas del festival: para muchos una de las películas de la temporada. El director de Drive se mete en el turbio mundo de la moda para ofrecer un título que él mismo etiqueta como thriller erótico. Su tráiler tiene a más de uno hipnotizado. Y parece ser una de las propuestas más arriesgadas, y una de las experiencias estéticas más impactantes del festival.


Almodóvar y Cannes: un amor a distancia

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Hoy Almodóvar ha estrenado Julieta en Cannes y el pase ha terminado entre aplausos. A la buena acogida de la película se han sumado cálidas preguntas en la rueda de prensa posterior, en la que su nombre en los papeles de Panamá ha pasado de puntillas.

La primera vez que Almodóvar compitió en Cannes en Sección Oficial, fue también el "descubrimiento" internacional, mediático y de prestigio, del manchego. La comilllas no son baladí: Almodóvar llevaba dos décadas detrás de las cámaras cuando estrenó Todo sobre mi madre, y ya se había granjeado una carrera más que notable y más que reconocida.

Sin embargo, no fue hasta el estreno de la película por la que ganaría el Oscar, en el 99, cuando Almodóvar empezó su relación con el Festival de Cannes. Aquél año entró por la puerta grande llevándose el Premio a Mejor Director y el Premio del Jurado Ecuménico. Desde entonces, casi todas sus películas han pasado por La Croisette. 

Con La mala educación, en 2004, inauguró el festival fuera de competición, y formó parte del jurado. Dos años después, Volver le granjeó el premio a Mejor Guión y sus protagonistas se llevaron el premio a Mejor Actriz. Aunque no se llevase nada, Los Abrazos Rotos también compitió por la Palma de Oro en Sección Oficial, al igual que La piel que habito que, esta vez, se llevó el Premio de la Juventud. Los amantes pasajeros no pasó por un jurado cannoise, aunque más le valía.

Él admite que prefiere competir: "Ya que vienes a Cannes, yo prefiero hacerlo en competición. La película la vais a ver los periodistas, va a recibir criticas y prefiero estar en competición porque es más excitante, demuestro que no soy una vaca sagrada, vengo a estar a la altura de las películas de competición", dijo en la rueda de prensa posterior al pase.

Realmente, el director dice que no tiene miedo a perder, en un Festival que, por lo demás, le ha tratado bien. "Yo, de momento, no tengo el talento ni de Woody Allen ni de Steven Spielberg", dos directores que también han participado en el Festival con sus últimos trabajos, pero fuera de competición.

Julieta es su vigésima película: "Veinte eslabones que me representan absolutamente", dice Almodóvar, "mi vida está en estas 20 películas". Pero también es la quinta vez que el director pisa la alfombra roja de Cannes. Y, sin embargo, muchos no consideran a Almodóvar un director "muy de Cannes". Ahí están sus películas, que habiendo pasado con muy buena acogida por el festival, siempre le han dejado a las puertas de la Palma de Oro.

Julieta en Cannes

Julieta es, sin duda, una apuesta arriesgada pues se trata de una película profundamente triste y mucho menos tocada por el humor irónico, negro y muy articular que punteaba, por ejemplo, Volver. Cierto es que ésta cuenta con un personaje casi hitchcockiano como el de Rossy de Palma, una suerte de la mítica Mrs. Danvers que Judith Anderson inmortalizó en Rebeca, pasado por la batidora del universo creativo del manchego.

Sea como fuere, Julieta es una película que no deja indiferente. Su pulso en la narración, la intensidad de las interpretaciones de Emma Suárez y Adriana Ugarte en la piel de una Antía de diferentes edades, hace que su visionado cale. Además de la capacidad de magnetismo de personajes secundarios como los de Daniel Grao o Inma Cuesta o su inteligencia para captar ambientes confieren al relato una capacidad de empatía ciertamente inédita en el Almodóvar de los últimos años.

Las buenas críticas que van surgiendo en los medios internacionales auguran una buena trayectoria comercial internacional. Pero también, abre la puerta a apuestas y voces que ya le mencionan como firme candidato a la Palma de Oro. Un premio que él niega ansiar, pero que parece ser que siempre se ha quedado a muy poca distancia de sostener. ¿Estaremos ante la primera Palma de Oro desde la que se llevó Buñuel por Viridiana en 1961? Muchos dudan del tirón del manchego entre el jurado de este año, pero su acogida no hace más que abrir interrogantes.

Mendonça Filho revoluciona La Croisette con el conflicto brasileño

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Si bien ayer mismo especulábamos sobre la posibilidad de que la última película de Almodóvar fuese una probable Palma de Oro, hoy toca pensárselo mejor. El pase que por la tarde tuvo Aquarius desequilibra la balanza y trastoca bastante el escenario.

Aún están por llegar las reacciones a La fille inconnue, la nueva película de los hermanos Dardenne, o a Juste la Fin du Monde de Xavier Dolan, que pueden seguir dando juego en las apuestas críticas para un festival que parece tener reservado algún as en la manga. Pero las excelentes críticas y lo que algunos llamaron "un ensordecedor aplauso" convierten al segundo largometraje de Kleber Mendonça Filho en uno de los más comentados del festival. Y no sólo por el contenido cinematográfico del film: todo el equipo de la película enarboló el martes pancartas en protesta contra "un golpe de Estado en Brasil".

La película narra la historia de Clara, una crítica musical que, a sus 60 años, sigue viviendo en un edificio llamado Aquarius. El mismo edificio, construido en la década de los 40, se convertirá en el objetivo de un importante promotor que quiere comprar todos los apartamentos. Cuando Clara se niegue a vender el suyo, empezará una guerra contra la empresa que le acosa, mientras recordará su pasado, su vida y a sus seres queridos.

Aquarius es el segundo largometraje de Kleber Mendonça Filho, director brasileño de importante trayectoria en el cortometraje que saltó al escenario internacional con Sonidos de barrio, una película que le llevó por festivales de todo el mundo. The New York Times incluyó su película entre las 10 mejores de aquel año y el Financial Times lo incluyó en la lista de los "25 brasileños que merecen la atención de todo el mundo". Con su último film confirma un talento que tiene por delante largo recorrido.

El resurgir de Sonia Braga

Aquarius supone, también, lo que muchos han calificado como el resurgir artístico de Sonia Braga, mito erótico de los ochenta que ha encandilado a la crítica internacional con su interpretación de Clara, una mujer tan llena de matices como contundente en sus principios. Peter Bradshaw, de The Guardian, califica su actuación como "soberbiamente interpretada", una opinión a la que se suman las entusiastas primeras críticas que llegan de medios como Variety o The Hollywood Reporter. 

Sonia Braga vuelve con mucha fuerza al panorama internacional, reivindicando su carrera, ya superado el recuerdo de mito erótico que El beso de la mujer araña nos brindó para siempre. Ahora, Mendonça Filho le ofrece un papel que hace borrón y cuenta nueva a casi veinte años de ostracismo por shows televisivos como C.S.I Miami y varios papeles secundarios en películas de dudosa calidad.

Con tal panorama, no sería de extrañar, que el premio a mejor actriz recaiga sobre Braga, abriendo al puerta a un resurgir actoral digno a sus 65 años.

"Brasil está viviendo un golpe de Estado"

El proceso de destitución de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, llevó al equipo de la película a hacer el recorrido por la alfombra roja con pancartas en un acto de protesta inédito en esta edición del festival. "Brasil está viviendo un golpe de Estado" o "Brasil ya no es una democracia" fueron algunas de las consignas que el elenco de la película mostró al subir las escaleras antes de la proyección del filme a competición en la sección oficial del certamen.

Xavier Dolan: en el país de los youtubers, el cineasta es el rey

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La expresión enfant terrible no tiene un origen claro ni exacto, pero se cuenta que su uso fue acuñado por Thomas Jefferson. El tercer presidente de los Estados Unidos solía describir con esas palabras al arquitecto francés Pierre Charles L'Enfant, conocido por diseñar el trazado de las calles de Washington D.C. Se decía de él que era guapo, idealista y muy testarudo: tres adjetivos que podrían irle como anillo al dedo a Xavier Dolan. Aunque éste es canadiense.

Xavier Dolan tiene ahora 27 años, los mismos que Daniel Radcliffe, Dakota Johnson o Joe Jonas, por poner ejemplos. Y, aunque las comparaciones siempre son odiosas, pocos pueden negar que Dolan ha ido bastante más lejos que sus compañeros, en cuanto a su aporte artístico al mainstream mediático pop. El realizador cuenta con seis películas bajo el brazo, todas ellas premiadas, todas ellas reconocidas internacionalmente y todas ellas interesantes a su manera.

Pero lo cierto es que su presencia en festivales y la fuerte identidad de sus filmes siguen mosqueando a la prensa cinematográfica. Su última película, Juste la fin du monde, ha vuelto a poner nerviosos a muchos críticos, más de uno hasta los límites de la indignación. Se trata de una exagerada, aunque reconociblemente ágil, adaptación teatral que ha dividido totalmente a la crítica internacional tras su pase por Cannes.

Algunos la califican de "transtornada patochada", mientras que otros aventuran una de las cintas más arriesgadas de su estelar carrera. "Histriónico, claustrofóbico, deliberadamente opresivo y sin embargo una brillante evocación, estilizada y alucinada de la disfunción familiar", decía Peter Bradshaw en su crítica para The Guardian.

Esta vez, la premisa de Juste la fin du monde es aparentemente sencilla: un escritor regresa a su pueblo natal, después de doce años sin apenas relación con su familia, para contarles que sufre una enfermedad que le causará la muerte en breve. No parece, a priori, un punto de partida demasiado arriesgado. Y sin embargo, "de Xavier Dolan y su Juste la fin du monde se sale literalmente sudando", comentaba a la salida del pase Antonio Cabello Ruíz, codirector de Esencia Cine. ¿Qué tiene Dolan que nos pone tan nerviosos? ¿Por qué nos hace sudar?

Una generación de cámara bajo el brazo

Llegados al momento presente, deberíamos empezar a aceptar y superar que Dolan es algo más que un enfant terrible y un talento precoz. Aunque sean etiquetas fáciles con las que movernos en los medios de comunicación. A los 16 años escribió el guión de Yo maté a mi madre. A los 17 se puso a rodarla y a los 19 ya estaba presentándola en Cannes. Es una historia "noticiable" dónde las haya. Tal vez incluso más que la propia calidad del film.

Pero resulta que aquel mismo niño compartió premio del jurado en Cannes con una de las figuras más importantes de la historia del cine contemporáneo: Jean-Luc Godard. Y lo hizo tan sólo cinco años después, habiendo hecho prácticamente una película al año. Un hecho que, más que "noticiable", invita a pararse a pensar.

La estelar carrera de Dolan parece una síntesis compleja y acomplejada de una generación de futuros cineastas que ha crecido con un manejo del lenguaje audiovisual muy superior al de generaciones pretéritas.

En el país de los youtubers, el cineasta es el rey. Es difícil obviar que, en un mundo de imágenes como el actual, tienes que tener un discurso realmente interesante. Para conseguir elevarte sobre una masa cada vez mayor de creadores audiovisuales, tienes que apostar por la diferencia y ofrecer algo que nadie en tu entorno tenga. Tienes que defender un discurso artístico claro y propio.

El de Xavier Dolan establece una dialéctica constante entre los lazos familiares y la necesidad de expresión propia de la adolescencia. Entrando en el juego de múltiples argumentarios transversales, como los difusos límites del drama romántico contemporáneo o la ausencia, más bien amplia, de narraciones que aborden sin tópicos la transexualidad, la homosexualidad o el transgénero. A lo que cabría añadir las posibilidades de todo esto con una generación crecida entre éxitos de Oasis, Celine Dion o, por qué no decirlo, el Dragostea din tei, de O-Zone. Una canción que, por cierto, suena en Juste la fin du monde.

Su díptico formado por Yo maté a mi madre y Mommy especulaba sobre una nueva forma de entender el complejo de Edipo y las relaciones maternofiliales. Los amores imaginarios y Laurence Anyways alzaban la voz por una manera de narrar, entre moderna y kitsch, cualquier romance. Incluso una rareza de tono lynchiano como Tom à la ferme hablaba de la necesidad de aceptación y de amor de un joven inadaptado.

Ahora, con Juste la fin du monde ahonda en los problemas de comunicación familiar en los que, paradójicamente, el exceso de verbo complica el entendimiento. Y las primeras reacciones que llegan nos ponen de nuevo en evidencia. Sí, Dolan lo ha vuelto a hacer. Como un Charles L'Enfant moderno: un niño guapo, idealista y muy testarudo empeñado en dibujar los extraños caminos del cine moderno.

Nacho Vigalondo: "Boyero y Almodóvar son las dos Españas"

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Si hubiese un capítulo de Black Mirror dedicado a la crítica cinematográfica, los temas que abordaría serían exactamente los que salieron a relucir ayer en La Casa Encendida. La última sesión del Salón Canino, charlas-debate alrededor temáticas de la cultura pop organizadas por Caninomag todos los meses, resultó ser una de las más interesantes de todo el curso.

Cuatro charlas: cómo vive el cineasta la crítica cinematográfica, la poca presencia de mujeres ejerciendo en la profesión, el papel de la crítica clásica y los nuevos modelos en Internet. Cuatro ponentes excepcionales: Nacho Vigalondo, Desirée de Fez, Blanca Martínez y Daniel Partearroyo. Y un puñado de interesantes reflexiones que pusieron en solfa el conflicto de la crítica cinematográfica actual. Los ingredientes eran simples pero resultaron realmente estimulantes y el debate posterior se alargó hasta las 22:00h de la noche.

El primero en intervenir fue Nacho Vigalondo, director de películas tan interesantes como Los Cronocrímenes, que describió el estado de la profesión cinematográfica en nuestro país en términos de ceguera. "A mi me parece que no vemos lo que pasa", contó. Para él, "Boyero y Almodóvar son las dos Españas: uno es el crítico mejor pagado de nuestro país y el otro nuestro director más internacional" y, sin embargo, "no vemos que son ellos los que atraen visitas con discusiones poco afortunadas pero que tienen que ver con el ritmo que se impone a la crítica". El cineasta, una máquina de titulares, defendió que "si Boyero pudiera elegir no hablar de Almodóvar, lo haría, pero la gente espera cada nueva batalla de uno y otro. La gente quiere que corra la sangre". Según Vigalondo, la relación del cineasta con el crítico se divide tres fases: infancia, adolescencia y una posible madurez.

"La primera crítica negativa que tuve me impulsó a indagar en la vida de quien la había escrito para saber las razones por las que me odiaba. No entendía que fuese mi obra. Eso es la infancia de un cineasta", contó Vigalondo. Luego llega la adolescencia que "consiste en que metabolizas bien las críticas positivas. Ya no tienes la necesidad de agradar. Pero en las críticas negativas sigues pensando que alguien conspira contra ti". Aunque el cineasta también cree en una redención que llega con la madurez de la relación cineasta-crítico. Se trata de "llegar a un punto en el que el cineasta sea capaz de entender que la crítica puede ser parte de su construcción y a partir de ésta puede nutrirse". El cineasta no tiene que justificarse, ni tampoco defender su trabajo con un cuchillo en la boca. "Pensar que una crítica negativa no deriva de la poca calidad de nuestra obra sino de un posicionamiento anterior del crítico, es la fantasía de todo cineasta. Y todos los directores caemos en ese pecado".

Mujeres en la crítica cinematográfica

Le siguió Desirée de Fez, crítica de cine en medios como El Español o Fotogramas, que habló de la poca presencia de la mujer en un área como la suya: la crítica cultural. "Ahora mismo seguimos siendo muy pocas. Hay voces interesantísimas pero muchas de ellas no tienen plataformas para exhibir su trabajo con suficiente visibilidad". Se trata de un ejemplo más de algo global: "Haces un repaso de las revistas más importantes de cine y ninguna está dirigida por una mujer. Pero no sólo en revistas: los festivales de cine más importantes de España están dirigidos por hombres". A lo que cabría sumar que "no existe la figura de crítico estrella que sea chica en ninguna publicación. Eso es una realidad en nuestro país", denunció de Fez.

Blanca Martínez, co-creadora de la página de ensayo cinematográfica Visual 404, habló de nuevas formas de entender la crítica en el entorno digital. "En Visual 404 hacemos crítica digital que es otra forma de escribir, otra forma de mirar y otra forma de presentar el trance estético que tiene una obra". Además, su web se transforma constantemente. "Cambiábamos de formato con la idea de luchar contra el tiempo y empezamos a abordar otras disciplinas como la ilustración o el videoensayo".

"Visual está montado como una especie de videojuego, como un Work in Progress. Cada uno de los símbolos que en ella aparecen son fases del proyecto en las que hemos hecho algo distinto", contó Blanca.

Nuevos retos y viejos escenarios

Daniel de Partearroyo, crítico en Cinemanía, habló de la necesidad de coexistencia ente diferentes modelos de análisis. "Cuando yo empecé a leer sobre cine en internet, era un panorama distinto al actual, pero hoy ha llegado hasta el paroxismo", dice el crítico. Un estado de la cuestión en el cual "un crítico sale de un pase de una película y lo primero que piensa es un tuit para publicar rápidamente y ya no vuelve a pensar en esa película porque ha despachado una parte del trabajo que se le pide". La profesión hoy consiste muchas veces en "soltar una opinión directa, resumirla en un sistema de estrellitas y ya está", reflexionó el crítico.

No obstante, la inmediatez alterada por la presencia de las redes sociales no quita que el escenario sea difícil de valorar. "La promesa que daba internet de compartir archivos iba a suponer la emancipación del mercado de distribución" contaba Partearroyo "aquello nos iba a ayudar a superar toda esa indigencia cinéfila que había vivido España por culpa de los retrasos atávicos de la distribución".

Sin embargo, según la visión del crítico, el resultado no fue por aquellos derroteros. Hoy "la mayoría de páginas web de cine se pliegan a los mismos ciclos comerciales que antes. Ahora que tienen todo el universo cinematográfico en sus manos han hecho el mundo más pequeño".

Partearroyo fue el último ponente de un ciclo de charlas organizado por Caninomag.es. En ellas se han abordado temáticas como el feminismo en la cultura pop o los nuevos medios de comunicación y que, esperemos, vuelvan después de verano a La Casa Encendida.

Ken Loach triunfa en Cannes con un alegato contra la austeridad

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"Estamos en un mundo dominado por la austeridad que nos lleva a la catástrofe... El cine tiene que mantener una postura de lucha ante el poder. Otro modelo de sociedad es posible y hasta necesario al impuesto estos años por el neoliberalismo" dijo Ken Loach al recibir su segunda Palma de Oro de la mano del presidente del jurado de este año, George Miller. El veterano cineasta británico se hizo así con el máximo galardón de la 69 edición de Cannes con I, Daniel Blake, la segunda de su carrera tras la conseguida en 2006 por El viento que agita la cebada.

En su discurso Loach defendió el cine como forma de protesta contra un mundo en peligro por las ideas neoliberales que han propugnado un proyecto de austeridad que “ha provocado la miseria de millones de personas desde Grecia a Portugal, con una pequeña minoría que se enriquece de manera vergonzosa”, aseguró.

I, Daniel Blake cuenta la historia de un carpintero inglés de 59 años que sufre de problemas cardíacos que le impiden trabajar. Debido a su enfermedad se ve obligado a recurrir a ayudas sociales que dependen de instituciones que le obligan a buscar trabajo. Empieza entonces un infierno burocrático que le atrapara y le ahogará en trámites administrativos imposibles. Será entonces cuando Daniel conocerá a Rachel, madre soltera de dos niños que vive a 450 km de su ciudad para evitar que la envíen a un hogar de acogida. Ambos intentarán ayudarse mutuamente luchando contra las injusticias de un sistema neoliberal que ahoga a los más desfavorecidos.

Con este segundo premio, Loach se suma a la exclusiva lista de realizadores que han ganado más de una vez el premio más importante de Cannes. Comparte honor con nombres como los del serbio Emir Kusturica (Papá está en viaje de negocios y Underground); el estadounidense Francis Ford Coppola (La Conversación y Apocalypse Now); los hermanos Dardenne (Rosetta y El niño); el japonés Shohei Imamura (La balada de Narayama y La anguila), el danés Bille August (Pelle, el conquistador y Las mejores intenciones) y el alemán Michael Haneke (La cinta blanca y Amour).

Polémico palmarés

Con la Palma de Oro a Ken Loach "se consuma el peor palmarés de toda la historia del festival. Aberrante es poco. Una vergüenza total" dijo ayer Carlos F. Heredero, director de la prestigiosa Caimán Cuadernos de Cine. La suya no ha sido la única opinión en contra de la decisión del jurado. Para muchos, la calidad de la Sección Oficial de este año pedía un Palmarés muy diferente.

A la polémica por la Palma de Oro se suma el Gran Premio del Jurado de esta 69 edición que fue a parar al canadiense Xavier Dolan por Juste la fin du monde, una película que dividió Cannes por su estilo opresivo y su  realización exagerada. Una película que sin embargo ha conquistado al jurado por ser un trabajo diferente al resto y el único rodado en 35 milímetros como destacó el director Lázló Nemes, que también formaba parte del jurado.

"En los doce años que llevo asistiendo a Cannes, creo que nunca había visto tantas buenas películas en la Sección Oficial" contaba Manu Yáñez, crítico de Fotogramas. Películas que, sin embargo, no se cuentan entre las premiadas. Muchos han criticado la ausencia de premios para películas con tan buen reconocimiento como Julieta de Pedro Almodóvar, Elle de Paul Verhoeven o Loving de Jeff Nichols. Aunque para muchos las ausencias más destacadas son las de Aquarius de Kleber Mendonça Filho y Paterson de Jim Jarmusch, ambas entre las favoritas previas al anuncio del palmarés.

El premio a la mejor dirección recayó ex aequo en el francés Olivier Assayas por Personal shopper, una de las películas más criticadas del festival, y el rumano Cristian Mungiu por Baccalauréat. Mientras que la iraní Forushande se hizo con dos premios: el de mejor guion, para su también director Asghar Farhadi, y el de mejor interpretación masculina, para Shahab Hosseini.

El premio del Jurado recayó en la británica Andrea Arnold por American Honey, y la filipina Jaclyn Jose fue considerada como mejor actriz por su papel en Ma'Rosa, de Brillante Mendoza. Un premio que todos daban por hecho que iba a recaer en la veterana Sonia Braga por su excelente papel en Aquarius.

El primer español con Palma de Oro en 55 años

El español Juanjo Giménez ganó la Palma de Oro al mejor cortometraje por Timecode. El realizador ha recibido así el máximo galardón de su categoría dedicando el premio a su equipo, a su familia, y a Luis Buñuel, el único español que tiene una Palma de Oro, que ganó en 1961 por Viridiana.

“Buñuel es uno de mis ídolos y quería recordarle. Se me ha escapado un ‘más jodido’ porque yo he ganado la Palma pequeña, que es más complicada. Escogen de entre 5.000 películas solo diez a concurso, y de ahí el triunfador” reconoció el realizador. Aunque para él, el premio no cambia sustancialmente sus planes de futuro: “No me espero nada en la vida, así que simplemente vivo y filmo”.

“Yo ya he hecho tres largometrajes. Para mí, el corto es el presente y el futuro del cine. Y me sorprende que cuando se pregunta a los cinéfilos por sus películas favoritas, nadie se acuerda de ellos. Por ejemplo, La jetée es uno de los mejores títulos de la historia del cine”, contó.

Timecode narra la original relación entre dos de los guardias de seguridad de un párking. Giménez (Barcelona, 1963) se aprovecha de múltiples cámaras del vigilancia para grabar un found footage con el que observa desde diferentes puntos de vista lo que ocurre durante las aburridas noches de trabajo de la pareja, interpretada por Lali Ayguadé y Nicolas Ricchini.

Roles de hombres que fueron interpretados por mujeres y no pasó nada

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Aunque puede que Daniel Craig siga interpretando a James Bond en la próxima película de la franquicia, los rumores de su sucesor como 007 no han parado ni un instante. Nombres como Tom Hiddleston o Idris Elba suelen aparecer en los titulares como intérpretes adecuados para el personaje de Ian Fleming. Pero todos ellos son hombres, claro. Al menos hasta ahora.

Cómic y novela negra: los títulos para la Feria del Libro perfecta

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"Porque no se imagina en el aire. Porque imaginar tiene que ver con hacer, con poder hacer", escribía Belén Gopegui. Hace doce años de la publicación de su novela El lado frío de la almohada, pero el tiempo no pasa para palabras que desbordan, como diría Cortázar. Por eso, la Feria las ha hecho suyas y las ha convertido en el lema de su 75º edición: para incitar, para imaginar, para atraer. Así, ha diseñado un amplio programa de actividades con la aspiración de consolidar un espacio público de cultura y diálogo, un espacio fértil para la imaginación que recuerda el pasado y se proyecta en el futuro.


El plan de prejubilación de Michael Moore

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Decía David Simon en su visita a Barcelona que entrase quien entrase a gobernar Estados Unidos iba a encontrarse con las  mismas dificultades. "La silla del presidente siempre será la silla del presidente, pero los problemas que tiene este país son sistémicos", sostenía el creador de The Wire. Tan sistémico que su retrato metafórico (o no tanto) de un alcalde cualquiera, como Carcetti, era el de un político sentado en su despacho comiendo un bol de mierda detrás de otro.

Hergé, el genio del cómic que rehusó convertirse en un "pintor de domingos"

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El dibujante Hergé, el padre de Tintín, era un apasionado del arte moderno e inició una carrera como pintor durante un año y medio en la que plasmó una treintena de cuadros, una senda que abandonó quizá prematuramente al ser muy crítico con su trabajo y no querer convertirse en un "pintor de domingos".

Así lo revela Dominique Maricq, archivista en los Studios Hergé y autor del libro "Hergé por él mismo", que esta semana ha visitado Barcelona y Madrid para presentar su obra, publicada recientemente en castellano y catalán.

Precisamente, la estrecha relación de Georges Remi -Hergé- con el mundo del arte contemporáneo podrá conocerse con más detalle el próximo otoño, cuando se abrirá, el 28 de septiembre, una gran exposición sobre el dibujante belga en el Grand Palais de París, muestra que coincidirá con la aparición en España del libro "Hergé y el Arte", que publicará Zephyrum ediciones.

Maricq explica que Hergé se inició en la corriente artística contemporánea por su estrecha relación con personas que eran especialistas en este ámbito, ya fueran galeristas, marchantes, críticos de arte, profesores o pintores.

Pasados los cincuenta años, cuando había publicado ya la mayoría de los álbumes de Tintín, Hergé pidió a un reconocido pintor abstracto belga, Louis Van Lint, que le diera un curso de pintura y el famoso creador de Tintin "se convirtió en un estudiante".

"Eso hace que, entre 1962 y 1963, Hergé pinte una treintena de cuadros, pinturas un poco 'a imitación de', porque algunas recuerdan a Joan Miró, otras a Paul Klee y luego cosas un poco mas libres", precisa Dominique Maricq.

"Después de un año y medio, Hergé, muy severo consigo mismo, estima que no es suficientemente bueno, que no lo hace bastante bien. Él mismo dice que no quiere hacer el ridículo y ser 'un pintor de domingos', por lo que lo deja y vuelve al cómic", explica Maricq.

Hergé consideraba esta faceta de su vida como "un asunto privado y se ha necesitado bastante tiempo para aceptar que se muestre esto", asevera Maricq, que cree que, pese a todo, los cuadros del dibujante "no están mal; era una primera etapa, y quizás hubiera debido continuar y probar de hacer cosas más personales".

Pero Hergé decidió volver a su trabajo y completó dos álbumes más "Vuelo 714 para Sidney" y "Tintín y los Pícaros". En 1977, Hergé empieza a preparar "Tintín y el Arte-Alfa", que justamente retrata el mundo del arte contemporáneo, de los galeristas, pero también del fraude y los imitadores de los grandes pintores, aunque sólo acabó los bocetos y no pudo completarlo antes de morir.

"Es una pena que Hergé no hubiera vivido más tiempo porque el álbum del Arte-Alfa a es algo nuevo, muy fuerte, muy personal, más ligado a sus intereses y mucho más atractivo que los dos álbumes precedentes", considera Dominique Maricq.

Pero Hergé también se acercó al mundo del arte como coleccionista, y "adquiere obras de Pop Art, de Andy Warhol, de Roy Lichtenstein, arte abstracto, cinético, conceptual..., y se muestra extraordinariamente contento con todo esto, le abre nuevas vías y nuevas perspectivas", comenta Maricq.

"Está tan contento -agrega- que muchas de estas pinturas las cuelga en su estudio, y eso a veces pone nerviosos a sus colaboradores, que tienen gustos tradicionales y son bastante iconoclastas".

Hergé compra asimismo obras del artista plástico Jean-Pierre Raynaud, que crea "un arte bastante irreal, como objetos simplemente pintados de colores diferentes, o una corona mortuoria sobre un fondo cuadriculado, y la gente que trabajaba con Hergé era un poco irónica sobre todas estas obras", señala Maricq.

El padre de Tintín expone estas pinturas en su estudio o en su domicilio privado, así que, para Maricq, "no se trata de esnobismo, no es un capricho, está en plena evolución en su vida personal y el arte contemporáneo forma parte de esta mutación".

Esta cara poco conocida de Georges Remi se muestra en el libro "L'Art d'Hergé", de su amigo y asesor artístico Pierre Sterckx, que en otoño se publicará en España en castellano, y que desvela sus gustos artísticos, la evolución de su colección personal y su admiración por pintores como Joan Miró.

También en septiembre, el Grand Palais de París y los Studios Hergé presentarán una gran exposición que visualizará las múltiples facetas de la obra de Hergé a través de sus planchas originales, de las pinturas de las que se rodeó o de las fotografías que guardó, y que evocan las claves que guiaron su vida y su visión artística.

Aunque Hergé no llegó a consagrarse como pintor, sus obras sí han traspasado el mundo del cómic y es también reconocido como un gran artista, con originales que se subastan en prestigiosas galerías y que pueden superar los 2,5 millones de euros, como fue el caso de la portada en tinta china para su álbum "La Estrella Misteriosa".

El año que Hergé imitó a Miró

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Tintín y el Arte-Alfa es de aquellos álbumes que cualquier amante del cómic aprecia sin ser fan de Tintín. El fan, directamente, le profesa la admiración de toda obra póstuma e inacabada, la religión de "lo que podría haber sido". El argumento de aquel álbum giraba en torno al mundo del arte contemporáneo: una trama enrevesada de galeristas, fraudes e imitadores de grandes pintores.

Muchos vieron en aquel álbum algo casi revolucionario dentro del universo de Tintín. "Es una pena que Hergé no hubiera vivido más tiempo porque el álbum del Arte-Alfa a es algo nuevo, muy fuerte, muy personal, más ligado a sus intereses y mucho más atractivo que los dos álbumes precedentes", dice Dominique Maricq, autor de Hergé por él mismo, recientemente publicado en catalán y castellano por Zephyrum Ediciones. Hoy, el argumento de la última aventura de Tintín, ya no parece una casualidad.

Un imitador que no estaba a la altura

El padre de Tintín, era un apasionado del arte moderno y también un torturador de sí mismo. Algo que, a priori, parece un cliché del artista traumatizado pero genial. Sin embargo, no fue nada más que su pasión por la pintura lo que le llevó a intentar ser pintor.

Pasados los cincuenta años, habiendo publicado ya la mayoría de las aventuras de Tintín, Hergé pidió al pintor abstracto belga, Louis Van Lint, que fuese su guía para inciarse en los caminos de la pintura. Y así, empezó una amistad que convirtió al maestro en estudiante.

Fue entonces cuando el historietista belga inició una breve carrera como pintor: año y medio de aprendizaje e investigación sobre sus propias capacidades que le llevó casi hasta la depresión. "Entre 1962 y 1963, Hergé pinta una treintena de cuadros, pinturas un poco 'a imitación de', que recuerdan a Joan Miró, a Paul Klee y cosas un poco mas libres", cuenta Dominique Maricq.

Maricq es archivista en los Studios Hergé y autor del libro Hergé por él mismo, que la semana pasada se presentó en Barcelona y Madrid. Él cuenta cómo terminó aquella aventura: "Hergé, muy severo consigo mismo, estima que no es suficientemente bueno ni lo hace bastante bien. Así que no quiere hacer el ridículo y ser 'un pintor de domingos', por lo que lo deja y vuelve al cómic", explica Maricq.

Después de decepcionarse consigo mismo, Hergé decidió volver a su trabajo y completó dos álbumes más de su personaje estrella: Vuelo 714 para Sidney y Tintín y los Pícaros. En 1977, Hergé empieza a preparar Tintín y el Arte-Alfa, de cuya obra sólo pudo terminar en bocetos.

El 3 de marzo de 1983 Georges Prosper Remi, creador de Tintín, deja de respirar en la Clínica Universitaria Saint Luc. Sufría de anemia desde hacía años y había contraído el VIH en una transfusión rutinaria. Así, Tintín y el Arte-Alfa se quedaba huérfano. Tres planchas, cuarenta y dos bocetos de Tintín luchando por desenmascarar pérfidos galeristas e imitadores de poca monta. Sin final, más allá de apuntes sobre el guión de la obra. Hergé vivía, a través de los trazos que componían al perfecto reportero, una aventura que parecía la suya propia.

Muchos, de hecho, especulan con al posibilidad de que Hergé quisiese acabar con su personaje en este álbum póstumo. No en vano, se cuenta que mientras trabajaba en él, empezó a inquirir a amigos cercanos sobre la posibilidad de una muerte digna para el personaje. En la última viñeta que esbozó, Tintín tenía una pistola apuntándole por la espalda. Él, que había ido a la luna y luchado contra piratas, podría haber muerto a manos de contrabandistas de arte. Nunca lo sabremos.

Hergé consideraba esta faceta de su vida como "un asunto privado y se ha necesitado bastante tiempo para aceptar que se muestre", cuenta Maricq. El archivista, además, asegura que los cuadros del dibujante "no están mal; era una primera etapa, y quizás hubiera debido continuar y probar a hacer cosas más personales".

Hergé, coleccionista de arte contemporáneo

Cuenta Maricq que el belga se inició en la corriente artística contemporánea por su estrecha relación con especialistas en este ámbito, ya fueran galeristas, marchantes, críticos de arte o pintores. Y que, incluso, se acercó al mundo del arte como coleccionista. "Adquirió obras de Pop Art, de Andy Warhol y de Roy Lichtenstein, arte abstracto y conceptual... y se mostró extraordinariamente contento con todo aquello porque le abría nuevas perspectivas". Tan contento que solía colgar ciertas pinturas en su estudio para incordiar a sus colaboradores más tradicionales, cuenta el archivista de los Studios Hergé.

"La gente que trabajaba con Hergé era un poco irónica con todas estas obras", especialmente por el contraste que había entre este tipo de arte y su estilo como dibujante. De hecho, también se hizo con obras del artista plástico Jean-Pierre Raynaud, que creaba "un arte bastante irreal", señalaba Maricq.

El padre de Tintín llegó a exponer estas pinturas en su domicilio privado, así que, para Maricq, "no se trata de esnobismo, no es un capricho, está en plena evolución personal y el arte contemporáneo forma parte de esta mutación".

Esta cara poco conocida de Georges Remi se muestra en el libro Hergé y el Arte, de su amigo y asesor artístico Pierre Sterckx, que en otoño se publicará en España en castellano. Un libro que desvela sus gustos artísticos, la evolución de su colección personal y su admiración por pintores como Joan Miró.

Coincidiendo con la publicación del libro aquí, el Grand Palais de París y los Studios Hergé presentarán una exposición sobre las múltiples facetas de la obra de Hergé. A través de sus planchas originales, de las pinturas de las que se rodeó o de las fotografías que guardó, se evocan las claves que guiaron su vida y su relación con el arte contemporáneo.

El retrato del miedo que vive uno de cada diez niños españoles

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El miedo es silencio. El miedo son mentiras que, en el fondo, es más silencio. Profundo e inescrutable. Decía el poema de Galeano que, además, éste es muy propicio a enredarse, a caer en círculos sin fin si no se enfrenta a tiempo. "Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar trabajo. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida. Es el tiempo del miedo" decían los versos de El miedo global.

Siete pistas para no perderte en FILMADRID 2016

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El 2 de junio arranca la segunda edición de FILMADRID, el Festival Internacional de Cine de la capital, que llega esta vez con una Sección Oficial exigente. Una apuesta por el cine de todo el mundo y de cualquier formato y duración. Con 33 películas a concurso, y un total de 60 películas programadas en secciones paralelas: mediometrajes, cortometrajes y largometrajes se dan la mano entre nombres célebres como Chantal Akerman y Alexander Sokurov o talentos más desconocidos como Pietro Marcello y Boris Lehman.

Los documentales que pueden cambiar las elecciones

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Hace ya tres años que José Antonio Bermúdez de Castro, del Partido Popular, retó al 15-M a llegar al poder. El de los partidos estaba en las instituciones. El poder que tenían otros estaba en la calle, en las plazas. "Si ellos consideran que tienen algo que aportar y dicen además representar al pueblo, pues la mejor forma de representarlo es presentarse a las elecciones. Conseguirlo con votos", dijo el edil del PP. En aquel momento el tablero se vino abajo. Casualidad o no, dos documentales que abordan la llegada de la nueva política a las instituciones de nuestro país arrancan con sus declaraciones. Se atrevieron, aceptaron el reto y el resultado es lo que se narra en ellos.

El jueves 26 de junio se estrenaba Y sin embargo se mueve, un documental sobre las voces del cambio político en España, financiado con una campaña de crowdfunding. El actor Willy Toledo ejerce de presentador de una radiografía de la lucha, desde diferentes ámbitos, contra los abusos del poder económico.

Apenas un día después llegó a los cines Alcaldessa, un documental dirigido por Pau Faus, que recorre un año de cambios en la vida pública y privada de Ada Colau. Una cuenta atrás hasta el día que ganó las elecciones municipales en Barcelona y se convirtió en aquello que pone título al film.

A su vez, se ha estrenado Política, manual de instrucciones, un documental de Fernando León de Aranoa producido por Jaume Roures. Otra cuenta atrás hasta el día de las elecciones generales en las que Podemos, un partido de apenas un año de existencia, consiguió 69 diputados en el Congreso junto a las confluencias. Un documental para ver a Podemos (casi) sin filtros.

Todos presentan un retrato distinto y multiforme de lo que ha vivido España en el terreno político de los últimos años. Y todos se estrenan antes de que el 26-J volvamos a votar. Como una especie de aviso imposible de vaticinar sobre el panorama al que nos enfrentamos, sobre los retos que supone hacerlo y las dificultades que conlleva.

Lo cierto es que se puede argumentar que nunca antes el documental político en nuestro país fue tan a la zaga de una realidad electoral. Tendríamos que remontarnos al díptico sobre la Transición de Cecilia y José Juan Bartolomé llamado Después de... Pero incluso entonces el documental fue secuestrado por la Administración. En el momento de su estreno se consideró que el ambiente de crispación política y la inconveniencia de algunos de sus testimonios podían alterar el panorama político. ¿Lo alterarán hoy estos documentales?

Y sin embargo se mueve: la política es lucha

En su plataforma de Verkami, los responsables de este documental contaban cómo la sociedad se había dado de bruces con la realidad estructural de nuestra economía. Un sistema centrado en el turismo y en la construcción, con un empleo precario y un porcentaje enorme de economía sumergida y de fraude fiscal. El resultado: seis millones de parados, 500.000 familias desahuciadas, un endeudamiento impagable del estado y de las empresas.

La tarea del documental era tan grandilocuente como apasionante: difundir respuestas claras, concretas, fundamentadas en hechos, a las grandes encrucijadas de nuestra sociedad en crisis. Y para llevarla a cabo necesitaban 12.000 euros que superaron durante la campaña de recogida.

Se convivió con los protagonistas del documental para retratar sus luchas, pensamientos y caminos. Durante 30 días se realizaron 30 entrevistas a voces tan relevantes en la realidad política de nuestro país como Ada Colau, Diego Cañamero, Julio Anguita o Pablo Iglesias entre otros. El resultado es, a todas luces, el más combativo de los que llegan ahora. No en vano, el guión lo firma el siempre atento periodista Pascual Serrano.

Alcaldessa: la política es emoción

Otro tanto, en muy diferentes circunstancias, es el que enfrenta Pau Faus en el documental Alcaldessa. Una construcción hábil y cuidadosa del auge de la figura pública de Ada Colau. Realmente, el material de base es 100% cinematográfico: la historia de la activista que paraba desahucios y se convirtió en alcaldesa.

Sin embargo, el resultado dista de ser exagerado o de cargar con clichés espectacularizadores en el peor de los sentidos. Tampoco se puede decir que obvie aquello que molesta a la construcción del mito. Faus encara la figura de Colau desde una serenidad que no esconde su admiración por la protagonista del relato. Realiza así una labor documental casi opuesta a la de Aranoa: entiende la política como parte de las emociones, voluntades y esperanzas de un grupo de personas que quiere cambiar las cosas.

En un momento dado, la pretensión del impacto emocional se evidencia claramente: antes de su primer debate, el equipo de antiguas compañeras de la PAH prepara un vídeo de apoyo para la futura alcaldesa. Ella se echa a llorar. Es difícil negar que los testimonios de personas a las que ayudó, con las que se manifestó y luchó, puedan no despertar alguna inquietud interior. Alcaldessa no esconde momentos de verdadera emoción y por eso su realización puede parecer manierista. Pero solo lo parece: la construcción de la identificación para conseguir la implicación del espectador en lo narrado es una estrategia para acercarse a la figura de Colau.

El retrato resultante es poliédrico y muy completo. De lo íntimo a lo manifiesto media un trecho que resulta contradictorio, derrotista en ocasiones, positivo en otras. Pero uno tiene la sensación de conocer a Colau después de haber visto Alcaldessa.

 

Política, manual de instrucciones: todo es estrategia

Hitchcock era partidario de que el thriller se construyese desde la sala de montaje y no durante el rodaje del film. A su vez, Terrence Malick parece haberse consagrado como el realizador que espera a que pasen cosas delante de cuatro cámaras para darle un sentido al relato. Fernando León de Aranoa parece haber hecho algo semejante con Política, manual de instrucciones. Realizador de sobrado talento, es capaz de rodar un documental sin coger una cámara en ningún momento. Pone su mirada y su experiencia al servicio de pescar, seleccionar y filtrar los momentos más reveladores de su historia. De más de 500 horas extrae un film que condensa todo en apenas dos y que, sin embargo, no resulta confuso sino revelador.

Aranoa, consciente en todo momento del cariz del material de partida, impone una distancia sobre lo retratado que ayuda al rigor. Con ello consigue que no parezca una maniobra propagandística, y subvierta el tono adulador ante sus más que probables detractores. Esto es Podemos con sus más y sus menos. Con sus contradicciones y sus problemas internos.

A pesar de que los testimonios pertenecen todos al círculo de Podemos, la cuenta atrás que realiza hasta el día de las elecciones obvia pocos pasajes de la historia del partido encabezado por Iglesias. Así, favorece su comprensión como fenómeno sociológico. Existe la intención de despejar toda incógnita que hubiese sobre la creación de Podemos y para ello insiste en un tono académico y analítico.

Aunque tal vez lo que resulte más revelador, a diferencia de lo que pasaba con Alcaldessa, es su humor. Aranoa captura momentos en los que la sonrisa se convierte en arma discursiva. Por eso, Política, manual de instrucciones resulta más entretenido que otros. Por el camino, y casi involuntariamente, hace que determinados artífices del movimiento queden mucho mejor parados que otros. Errejón secuestra los mejores momentos y las mejores frases.

La sensación final se aleja, en esta ocasión, de salir de la sala pensando que conoces a los protagonistas del relato: apenas acaricias sus máscaras públicas. Pero no hay documento que explique tan meticulosamente todo lo que este partido es y pretende ser.

'¡García!' o cómo revivir el cómic político español con un superhéroe

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El primer episodio de ¡García! era como meter un thriller de espías y superhéroes en la España post 15-M. Pero sin que el combo resultase inverosímil o absurdo. En aquel cómic, casi como una premonición, se contaba la historia de una crisis de gobierno en la que los dos grandes partidos creaban una "gran coalición" para presentarse a unas elecciones contra una emergente fuerza de izquierdas. Cualquier parecido con la realidad no es mera coincidencia. Y entre tanto barullo, un accidente revive a un superhombre que llevaba congelado desde el 71: el García que bautiza al cómic. Así como suena. 

¡García! ha llegado para agitar el panorama no sólo del cómic de acción, también de una jovencísima tradición de novela gráfica que ni estaba acostumbrada a las historias por episodios, ni al compromiso político. Sus responsables son Santiago García y Luis Bustos. El primero, que lleva más de veinte años escribiendo sobre el cómic y publicando obras junto con dibujantes de toda España, es el encargado de poner la letra. El segundo, dibujante e ilustrador también de larga carrera, lo convierte en imágenes.

Ambos forman una de las parejas creativas más interesantes del momento en el cómic patrio. Una extraña fase de evolución apresurada en la que la llegada de novelas gráficas de calidad ha trasladado a una estantería menos visible cómics clásicos de raíz pulp. Pues bien, ambas corrientes se dan la mano en ¡García!, un cómic publicado por Astiberri, cuya segunda aventura trajeron los autores el sábado a la Feria del Libro de Madrid.

¿Por qué García muestra su carácter conservador, pero evita significarse abiertamente de derechas?

Luis Bustos: No queríamos que el personaje de García se significase, ni que soltase proclamas ni nada parecido. Tiene una mentalidad más carca, pero porque pertenece culturalmente a un periodo histórico diferente y trabajaba para el régimen. Pero él no se define como facha en ningún momento.

Santiago García: Se muestra inocente. Eso hace que recuerde a los personajes de tebeo, algo que nos interesaba. No digo que no se pueda explicar más de su pasado al servicio del régimen franquista, pero creo que hay un límite de subtramas que puedes meter sin sobrecargar. Tal vez en un futuro. Por ahora eso queda a la interpretación del lector que además iba a ser fácil que le cayese bien porque lo iba a poner de su parte.

Al tener que vivir en una época que no es la suya, ¿no entra a valorarla?

S.G.: Digamos que es prudente y sensato. Tiene sentido común.

L.B.: Estamos hablando de algo parecido a un superhombre. Tiene unas características que no sólo son dar puñetazos: este tío está preparado para gestionar situaciones límite. Y cuando se despierta en la España actual, es verdad que hay un momento que se siente superado, pero luego entiende que los códigos de conducta son distintos.

S.G.: Le engañan una vez pero no dos. De todas maneras García no es Martínez El Facha, en el sentido que hubiéramos podido escribir una especie de parodia que ya nos parece trasnochada. No tenía sentido. Lo que sí tiene sentido es jugar  con las expectativas del lector. Sabíamos que este tendría unos prejuicios con el protagonista, pero eso es parte del juego.

¿Pensáis que la figura literaria del "héroe facha" se ha tendido a caricaturizar, como en el caso de Torrente?

S.G.: Para mí Torrente es mucho más facha que García.

L.B.: Además, Torrente es un cretino y nosotros contamos la historia de un hombre honesto.

S.G.: Exacto. Lo que tiene de carca García es el vestigio de la época de la que viene. A él se le congeló en 1971 y a veces nosotros asumimos que todo lo que viene de esa época va a significar una cosa. Y no es así, podemos sorprendernos. Sobretodo queríamos evitar algo que se ha dado mucho en el mundo del cómic: hacer ver que no todo es una caricatura de la realidad en la que todo es unidimensional. Queríamos que todos los personajes tuvieran entidad.

L.B.: Eso es lo bueno de ¡García!: funciona a muchos niveles. Puede ser leído como mero disfrute de mamporros y acción. Pero también como una lectura sociopolítica de la realidad española. O una reflexión sobre el propio lenguaje del cómic. Sobre el paso del tebeo a la novela gráfica, con influencias del manga, del cómic de superhéroes de acción, o del thriller moderno al estilo El mito de Bourne.

¿Cuáles son las perpectivas de futuro para las nuevas aventuras de García?

S.G.: Yo creo que saldrá por lo menos otro. Pero tenemos que esperar a ver la respuesta del público y que se den las circunstancias. Pero si todo va bien antes de dos años habrá uno nuevo. Esperemos, vaya.

L.B.: Estos primeros tomos han sentado las bases de un universo narrativo que puede funcionar en muchos sentidos. Tenemos multitud de personajes y tramas por explorar. Hasta ahora las novelas gráficas estándar en España se habían dedicado a narrar historias conclusivas. Nosotros queríamos romper un poco con eso. 

S.G.: Lo interesante de haberlo planteado como una serie es que es un universo creativo abierto y en pleno desarrollo. Aquí tenemos muchas ideas que pueden ser desarrolladas pero nadie te dice si se llegan a cristalizar o no. En cierto modo están vivas. Eso es interesante porque ¡García! es una novela gráfica con todo su calado. Pero la hacemos por tomos, cosa que se hace muy poco aquí.

¿Van a seguir hablando de la realidad política que se viva en ese momento, como pasa en los dos tomos de ¡García! publicados?

L.B.: Se dio una cosa muy extraña: nosotros íbamos tomando decisiones argumentales que luego veíamos, dos meses después, aparecer en los periódicos. Y era muy raro ver evolucionar tu historia paralelamente a la realidad. Pero también emocionante.

S.G.: ¡Yo diría que ha sido al revés! ¡La actualidad política nos ha seguido a nosotros! La historia se parece mucho a nuestra realidad, aunque también es cierto que la actualidad política en nuestro país es muy rabiosa y vociferante. En realidad está creando mucho ruido y nos engaña. La actualidad de hoy borra la memoria de ayer. Pero al cabo de unos pocos meses las noticias vuelven a ser las mismas: el nuevo escándalo tapa al anterior escándalo mientras los problemas estructurales de nuestro país siguen ahí. Hay problemas que no van a cambiar de la noche a la mañana gane quien gane las elecciones.

¿Se tratarán estos problemas estructurales en futuros Garcías, entonces?

S.G.: La verdad es que muchos han entendido ¡García! como un cómic festivo y me parece muy bien que sea así, porque el elemento de escapismo está muy presente. Pero en realidad la aspiración es hablar de problemas estructurales de nuestro país. Es el caso de la memoria histórica. ¡García! va también de cómo se ha gestionado nuestra historia y los silencios que hay sobre ella. Lo que pasa es que lo hace con un lenguaje al que no estamos acostumbrados a tomar en serio: el del cómic pulp y la cultura pop. En otros países eso no pasa. Por ejemplo, en los países anglosajones de los que creativamente admiramos tanto, enfrentan este tipo de temas con resortes pop. Pero en España parece que eso no es posible.

¿Creen que eso está cambiando ahora con nuevas ficciones que están tratando temas que antes parecían tabú?

L.B.: Esto de coger una historia de la época franquista y construirla con unos elementos pulp parecía imposible hace unos años. Pero es tu historia y la cuentas con tus referentes. Nosotros formamos parte de una generación que vio muchas series de ficción estadounidense, que leyó tebeos de la Marvel. Y queríamos hablar de la historia de España con ese tipo de referentes.

S.G.: Sí, yo creo que algo está cambiando. Pero está cambiando en el cómic y en todos los ámbitos culturales. Aunque ha tardado demasiado. Hay temas que con historias de la cultura pop parecían intratables. Hubo un referente que fue El día de la bestia pero que no tuvo más repercusión que la que todos conocemos. Últimamente esto ha cambiado y vemos más este tipo de historias.

Es algo que parecía que estaba muy arraigado: para tratar la historia de España tenemos que leer cosas serias como Alatriste, y no podíamos reírnos como con El Ministerio del Tiempo. ¿Se sienten parte de esa nueva manera de hacer ficción sobre nuestro pasado?

S.G.: Nosotros sentimos una sintonía con El Ministerio del Tiempo. No nos parece casualidad que surjan cosas tan parecidas al mismo tiempo.

L.B.: Hay una madurez sobre cómo podemos hablar de ciertos temas. Yo creo que es algo generacional: una serie de creadores de una determinada edad que quieren contar sus historias de otra manera.

S.G.: Yo también creo que es generacional. Son gente que se crió en la época de la Transición y vivió una época de rechazo brutal a todo lo que tenía que ver con el franquismo. Y así llegaron nuevos referentes, sobretodo del mundo anglosajón, de los que adquirimos unos lenguajes y unos temas. Pero también ha sido contraproducente porque hemos estado narcotizados. Nosotros somos de una generación a la que se educó para ser apolíticos: nuestro objetivo era vivir bien y había cosas que no nos interesaban. Todo se despolitizaba mucho. A su vez, la realidad te alcanza. La sociedad española se politiza a la vez que tú maduras como autor. Yo creo que nos ha pasado eso: intentamos reconocernos en nuestro pasado dejando de ser una ficción apolítica y creándola con unos referentes que, en nuestro caso, eran del cómic norteamericano.

¿Entonces el cómic politizado ha nacido por una generación que ha tenido la necesidad de tratar ciertos temas o porque durante la crisis se pusieron este tipo de debates sobre la mesa?

L.B.: Todo va a la par. Hay sinergias entre la crisis y la evolución de algunos creadores. Hay muchos creadores que ya no quieren contar historias de fantasía evasivas, quiere utilizar este lenguaje para hablar de algo que le preocupa como ser humano. Ya sea en el plano social o en el económico.

S.G.: En España, hasta la llegada de ciertos cómics extranjeros de éxito no se han empezado a vender novelas gráficas comprometidas políticamente como Maus o Persépolis. Y cuando empezamos a hacerlo aquí se daba también una crisis política muy fuerte. Hasta hace unos años parecía que el cómic solo servía para contar historias de fantasía o ciencia-ficción y de pronto descubrimos que no por las malas.

En ¡García! también hay sitio para la crítica a los medios de comunicación. Cuando la protagonista consigue "la gran historia" no tiene un medio que se la publique. ¿Creen que el periodismo de nuestro país no cuenta las "grandes historias"?

S.G.: En España el periodismo se ha espectacularizado mucho. No es muy diferente ver una tertulia de fútbol o ver una tertulia política. Todos pretenden lanzar mensajes que crean corrientes de opinión y todo es espectáculo. Pero los grandes temas parece que siguen sin interesar. Claro que hay periódicos independientes, pero estos están limitados por los medios económicos y materiales. Y los que tienen los medios ilimitados son los que están pagados por empresas con intereses concretos. Por eso echo en falta más reportajes de fondo que cuenten esas grandes historias.

L.B.: También llegas a plantearte si vale la pena. Quiero decir... ¿Hay gente a la que le interesan este tipo de informaciones o reportajes? Seguro que sí, pero esa gente no parece suficiente para pagar lo que estas informaciones cuestan. No hay tanta gente interesada en reportajes densos que requieren de un esfuerzo grande por parte del lector. ¿Por qué? Porque los has acostumbrado a lo espectacular y lo rápido.

¡García! además, está lleno de detalles que transmiten mucha credibilidad. ¿Cómo construyen una historia de espías en la España de hoy para que parezca real?

L.B.: Mira, por ejemplo, en la habitación del personaje de Antonia hay un póster de The Coven, un documental sobre la caza de delfines. Eso te habla de su personalidad, aunque no te fijes. Son detalles que enriquecen a los personajes. Hemos intentado evitar que estos actúen en escenarios genéricos que pudieran ser cualquier lugar.

S.G.: Hay una cosa que me parece fundamental: en el dibujo de Luis reconoces mucho el Madrid de ahora. Es muy real. Son cosas que no pueden pasar en otros sitios, sino que pasan en Sol o en Usera. Es uno de los problemas que ha tenido el cómic español porque había mil historias protagonizadas por un John o por un Jimmy... Eso no representa el país en el que vivimos. Cuando tú añades elementos de tu entorno, aunque parezca que no, le estás transmitiendo algo al lector.

L.B.: Había que documentarse sobre cómo era un piso en Usera, o en Leganés. Hay una cocina que se muestra en determinado momento que... ¡Es la cocina de mi madre! Y todo es parte de darle una entidad verídica al relato. Un thriller de acción que puede pasar aquí, y tiene que parecer cercana. Para plantear escenas de acción dentro de un piso de Usera, tienes que saber que los tabiques son una mierda y se pueden romper. Y eso te sirve.


Jonathan Rosenbaum: "Ser crítico de cine conlleva situarse al margen de la industria"

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Rosenbaum parece de ese tipo de apasionados por su trabajo que vive su pasión en silencio. Es extremadamente educado, y pide perdón cada vez que interrumpe a alguien o cada vez que, de repente, se queda callado durante unos segundos. Pero no da puntada sin hilo: cada frase dice lo que quiere decir y no se explica más de lo estrictamente necesario. Parece que tiene demasiadas cosas en la cabeza y quiere extraer sólo lo que pueda servir de algo a los demás. Sus pensamientos y reflexiones más profundas, se las guarda para él.

La segunda edición de Filmadrid, el Festival Internacional de Cine de la capital, ha tenido a bien traerlo por primera vez a nuestro país. Durante una semana, impartirá el curso Personal Journey Through the History of Film, que tendrá lugar en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Los escritos de Rosenbaum, sus esfuerzos por hacer visible el cine internacional dentro de Estados Unidos, y su talento a la hora de programar, le han convertido en un referente indispensable del panorama cinematográfico. Actualmente desarrolla una intensa actividad como profesor, impartiendo clases en la Universidad de Chicago y en la FilmFactory de Sarajevo, escuela dirigida por Béla Tarr.

A sus 73 años, también realiza labores como programador de retrospectivas y como conferenciante en los festivales más prestigiosos del mundo. Gracias a FILMADRID, hemos conseguido hablar con él, intentando dar pocas puntadas sin hilo. Aunque en eso hay pocos cinéfilos que se le puedan comparar.

Críticos como David Edelstein, Mike D’Angelo, Manhola Darguis o usted mismo, forman parte de una generación que supo superar las fronteras de sus países para hablar de cine. Hoy, parece no haya un relevo generacional con este tipo de crítico. ¿Ha desaparecido la figura del crítico estrella?

Estoy en desacuerdo con eso. Creo que hay críticos jóvenes y muy buenos. Podría mencionar por ejemplo un crítico joven que se llama Ignatiy Vishnevetsky. Escribe para The Onion y creo que tiene una mirada muy amplia y certera sobre el cine contemporáneo.

Pero cada vez hay menos críticos reconocidos en las redacciones...

No creo que desparezca pero es innegable que el panorama ha cambiado. Las publicaciones en papel que tenían a esos críticos estrella que mencionas ya no tienen la misma importancia. Pero en internet surgen constantemente críticos de gran relevancia. Y creo que la diferencia fundamental estriba en que ahora los críticos ya no tienen que estar en esas grandes cabeceras que sólo se podían leer en ciudades tipo Nueva York o Tokyo. Ahora pueden estar en cualquier lugar y escribir para todo el mundo. Y la gente que les lee y les da difusión también puede estar en cualquier lugar. En muchos aspectos vivimos una situación mucho mejor.

Ese paso entre el papel y el digital también ha afectado a los medios cinematográficos, que han visto nacer páginas como Metacritic o Rottentomatoes…

No le presto atención a Rottentomatoes ni a páginas similares porque están basadas en ámbitos que no me importan. Hay que entender que existe una diferencia fundamental entre la reseña cinematográfica y la crítica cinematográfica. Y para mí, Rottentomatoes se basa en reseñas que sólo tienen un objetivo: contestar a la pregunta ¿qué veo esta noche? Y eso no es hacer crítica de cine, eso tiene más que ver con el márketing. Es como una investigación de mercado.

No leo webs de este tipo ni me interesan. Leo a los críticos que escriben como a mí me gustaría escribir y dicen cosas sugestivas. Y no me interesa algo que reduzca el cine al simple “me gusta” o “no me gusta”, eso es mucho menos interesante que lo que yo investigo.

Pero hay una evidente comodidad en entrar y ver qué está podrido en Rottentomatoes y así saber qué película no debería ver. ¿Cree que la popularidad de este tipo de páginas lleva consigo una paulatina posición acrítica del espectador?

Creo que en cierto sentido sí que es así. Hay una parte de la reseña de cine que está muy cerca de, no sé, de escribir sobre deportes. Ya sabes: qué película ha ganado este fin de semana en taquilla es lo mismo que decir qué equipo de Beisbol gana o pierde. Es un tipo de escritura que suele ser demasiado cuantitativa, no cualitativa.

Pero al margen de eso, subyace un tema que me parece más importante. El problema fundamental del éxito de este tipo de páginas es que la gente no se da cuenta de que forman parte de la industria. Creo que ser crítico conlleva formarse una opinión manteniéndote al margen de la industria.

¿Y más allá del crítico, en lo que respecta al espectador?

Cuando yo escribía para el Chicago Reader, hace veinte años, la gente me preguntaba por qué escribía sobre películas de la que nadie había escuchado hablar. Si seguimos ese razonamiento llegamos a lugares preocupantes. ¿Por qué no escribes sobre películas que han invertido millones en campañas de promoción? Como si la gente esperase la opinión de cierto crítico sobre productos muy mainstream. Para mí, la industria gasta mucho dinero en convencer a la gente de que sólo existen cinco o seis películas que son importantes cada semana. Y el resto de películas no existen. Pasa exactamente lo mismo con los premios, que hacen el mismo proceso.

Mal que les pese, el cine existe fuera de eso. La gente que va al cine de forma casual es normal que vaya a ver las películas de las que ha escuchado hablar. Pero es parte del trabajo de los críticos descubrirles que existe un universo creativo mucho más amplio y que las posibilidades del cine van más allá.

Y cuando la gente le preguntaba aquello de por qué escribir sobre películas que nadie conoce, ¿usted qué contestaba?

Que estaba seguro de que era parte de mi trabajo informarles de la existencia de un determinado cine. Es decir, yo no iba a tener nunca el poder que tiene una gran major ni su maquinaria propagandística de millones de dólares. No pretendía luchar contra eso, pero prefería dar una alternativa a lo que todo el mundo conocía. Asumiendo, por supuesto, la contradicción del hecho: lo que yo escribo es también, según se mire, un tipo de anuncio.

Sobre lo que ha dicho, Antonio Gasset decía que la crítica de cine era demasiado subjetiva y que su objetivo fundamental debía ser transmitir a la gente ganas de ir al cine. ¿Comparte la opinión de este crítico español?

Sí que es cierto que conviene alentar al espectador para que vaya a ver determinadas películas. Pero toda la crítica es subjetiva. Lo interesante es ver cómo de honesto es el crítico respecto a su subjetividad. Yo escribo mucho en primera persona y es porque quiero que la gente sepa que es mi juicio el que está en juego y ellos no tienen que estar de acuerdo conmigo para nada. Pero tienen que saber de dónde vienen mis opiniones y por qué pienso lo que pienso sobre determinadas cosas. Lo he dicho muchas veces pero para mí la labor del crítico es contribuir a una discusión pública sobre el cine que empieza con su trabajo. Él llega para proponer e iniciar un debate. Luego puede abandonar dicho debate pero la discusión pública sobre los temas que ha planteado sigue ahí. No creo que ningún crítico piense que tiene la última palabra sobre ninguna película, pero su oficio es contribuir a plantear cuáles son los términos de discusión. Abrir posibilidades.

En su célebre crítica de Forrest Gump usted argumentaba que su popularidad parecía afirmar que los americanos creían que su estupidez podía redimirles. ¿Cree que los blockbusters de hoy, o las películas más populares, siguen alimentando la estupidez?

A ver, hay que puntualizar. En cierto sentido todas las películas son fantasías, hasta los documentales. Y la cuestión no es decir “este blockbuster es malo” sino tratar de contextualizar por qué lo es: de dónde viene, qué significa, por qué tenemos ciertas fantasías y no otras. Así que entre tantas fantasías, muchas veces se estrenan algunas que son nocivas socialmente.

Pero no creo que sea algo que concierne solo a los críticos de cine. La mayoría de la prensa estadounidense es fantasía también. El lenguaje que utilizan está basado en cierta falsedad. Por ejemplo: todos los medios están de acuerdo en decir que Barack Obama es negro. Así que todo el mundo acepta que es negro. Y casi resulta imposible decir que es en parte negro y en parte blanco, lo único que se permite es decir que es negro aunque no sea cierto. Lo mismo pasaba con la invasión de Irak: los medios empezaron a decir que no era una guerra, que era una ocupación militar. Es decir, elegir qué palabras y conceptos escogemos para explicar la realidad tiene mucho que ver con la ficción.

Por eso mismo resulta difícil escribir sobre casi todo, no solo sobre cine. Porque tienes que lidiar con este problema.

Con internet, muchos tienen la oportunidad de ver un tipo de cine que antes les era imposible. Sin embargo, parece que en las redes sociales, se hable de las mismas grandes películas de siempre. ¿Internet ha cambiado sustancialmente esto?

Internet lo ha hecho posible. Antes se lidiaba con el problema de que lo que se conocía no era una expresión de lo que la gente veía, sino de lo que los medios controlaban. Era el resultado de la voluntad de productores que pensaban qué podía gustar, y no necesariamente de lo que ésta buscaba en realidad. Si había cuatro estrenos en un fin de semana uno tenía que elegir y decir, “no voy a ver una película de Abbas Kiarostami porque no sé quién es”. Pero esto internet lo ha cambiado: mucha gente, sin ser profesionales, ha creado corrientes de opinión que han favorecido que se conozca cierto tipo de cine más independiente.

Porque en mi opinión un profesional no tiene por qué saber más que alguien que no lo es. De esto me he dado cuenta siendo profesor en determinados sitios. Muchas veces descubrías que las mejores ideas no venían de gente con mucho currículum o con varias carreras, venían de personas que opinaban sin miedo a lo que dijeran de ella.

En el fondo, es un debate que ha estado siempre. Antes hablábamos de prensa mainstream y de prensa alternativa. Hoy es lo mismo pero siendo más exactos: hablamos de nichos de mercado y no de medios alternativos. Y la ventaja de los nichos es que no tienen una frontera geográfica. Esto lo he vivido escribiendo en mi página web. Ahora no me lee gente sólo de Chicago, sino de todo el mundo. ¿Por qué? Pues porque es gente que está interesada en lo mismo que yo. Eso crea comunidad. Una comunidad sin un lugar determinado, global. Y es muy excitante en muchos sentidos.

Has hablado de gente profesional y no profesional que escribe en internet. ¿No cree que de algún modo, el altavoz que ha conseguido determinada gente no profesional, ha llevado a la mediatización de los fenómenos del fan o el hater?

Es cierto, claro que sí. Pero déjame decirte que todo es más simple que eso. Con la llegada de internet hay más mala crítica y más buena crítica. Más opiniones en todos los sentidos. Las redes sociales influyen en el comportamiento de la gente y en muchos sentidos eso ha facilitado que opiniones muy apasionadas sobre determinados procesos culturales tengan un eco desmedido. Pero no tenemos por qué entenderlo como un problema porque estamos en un mundo más democrático. Y la democracia puede ser difícil, no es una simple utopía. La democracia no consiste en que todo el mundo esté de acuerdo con todo el mundo.

Últimamente se habla mucho de la nueva era dorada de la televisión y también de la llegada de nuevas ventanas de distribución en internet como el imperio Netflix. ¿Qué opina de esta era dorada de la pequeña pantalla?

La verdad es que nunca he tenido Netflix ni creo que tenga. Prefiero comprarme el DVD o el Blu-ray de las películas que me interesan. Pero para la gente es una ampliación del abanico de posibilidades de consumo. Eso es bueno. Y si estas nuevas posibilidades han traído series de buena calidad, pues bienvenidas sean.

Por ejemplo, creo que The People v. O.J. Simpson tiene mucho que ver con lo que está pasando en la política estadounidense. De hecho, está relacionado con fenómenos como Donald Trump. Para mí se trata de la sacralización del reality y de la cultura de las celebrities. Ejemplos como éste me hacen pensar que la televisión por cable es más contemporánea que el cine: habla más de lo que le pasa a la gente en el momento que vivimos.

No creo que esta etapa tenga sólo una lectura. Quiero decir: puede que eso haya provocado que menos gente vaya al cine, y eso es malo. Pero también ha producido obras de mucha calidad que se pueden ver en casa, y eso es bueno. A mí, por ejemplo, me ha hecho descubrir series muy interesantes como Silicon Valley o The Wire.

Pues ya que la menciona, para terminar. ¿Qué opina de The Wire?

Creo que es una serie extraordinaria. Para mí es el compendio de muchas ambiciones de la novela americana clásica que ya había hablado de temas semejantes a lo largo del siglo XX. Esas ambiciones tenían que ver con captar toda una cultura y una sociedad, incluyendo sus reveladores detalles. Si Theodor Dreiser hubiese escrito una serie sería algo muy parecido a The Wire. También creo que es el ejemplo de que muchas series pueden ser más analíticas que la mayoría de películas de Hollywood. Aun así no es un fenómeno que se limite a creaciones estadounidenses, va mucho más allá. Un ejemplo europeo sería la serie danesa Borgen, que también es muy interesante.

Sonar menos 30: Mura Masa y otros seis talentos jóvenes que arrasarán este año

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El Sónar cumple 23 años en perpetuo movimiento. Acomodarse para ofrecer algo ya esperado parece no entrar en los planes de los organizadores, así que la renovación constante de capacidad y la búsqueda de sonidos allá donde estén son directriz. Este año, talentos de menos de treinta años se suben a sus escenarios dispuestos a traer a nuestro país las nuevas corrientes musicales que llegan de todo el mundo.

Tres días y más de 150 conciertos en varios espacios. Músicos, productores y proyectos colaborativos que se sitúan por méritos propios a la vanguardia de la música experimental de hoy, compondrán el planteamiento musical del Sónar.

Aunque no todo será música. Sónar y Sónar+D incluirán en su programación a varios artistas y ponentes que destacan por su compromiso político y sus reflexiones críticas con la sociedad actual, que se verán reflejadas además en la puesta en escena de sus conciertos y en el contenido de sus charlas.

Entre tanta actividad, un puñado de veinteañeros se subirá a los escenarios para golpear el tablero y volver a corroborar la cantinela de que el talento no es cuestión de edad. A Mura Masa, una de las sensaciones del momento, se suman nombres jóvenes de la talla de Lady Leshurr, Yung Lean o Toxe. Toca descubrirlos a partir del jueves 16.

Mura Masa: talento en forma de katana

El de Muramasa fue siempre un clan maldito. Se decía que las katanas que forjaba este clan japonés, tenían el filo más mortífero de Japón. Durante años, sus espadas invadieron los armarios de bambú noble en el que se guardaban las armaduras los mejores samuráis.

La mala suerte quiso que fuera justamente una espada Muramasa la que cortase la cabeza del hijo del futuro shōgun (título militar entregado por el mismísimo emperador): el señor Tokugawa Ieyasu. Cuando se estableció su shogunato, una dictadura militar que duró 250 años, las espadas forjadas por el clan fueron terminantemente prohibidas en todo Japón. Fue entonces cuando cayó en desgracia. Todo aquel que tratase con las armas, que hasta hacía no demasiado habían sido las más prestigiosas del país, era condenado severamente. Bien lo supo el bugyō, el comisionado político local de Nagasaki que pagó su pasión como coleccionista de katanas con su propia vida, cuando le descubrieron Muramasas en su casa. 

A más de 10.000 kilómetros y más de cuatro siglos después, un desconocido joven de apenas 18 años publicaba una mixtape en Soundcloud llamada Soundtrack To A Death. Su nombre artístico era, justamente, Mura Masa. Y la suerte quiso que nadie saliese mal parado en esta ocasión.

Mura Masa ofrecía en aquel momento un sonido difícil de descifrar: una composición electrónica y multi-instrumental que sonaba de manera incómoda. Era un sonido oriental y extraño que aludía a otra época, a un Japón inexistente y pretérito. Solo que afincado en Reino Unido. Japón se movía por las calles de la pequeña localidad de Guernsey.

Alex Crossan nació el 5 de abril de 1996, es decir que hoy tiene 20 años, y en apenas dos desde que salió aquel mixtape, sus beats se han convertido en algunos de los más cotizados del panorama electrónico independiente europeo. A base de pinchar en locales de la escena londinense, Mura Masa ha ido abriéndose camino con una rapidez y un talento difíciles de ubicar.

Canciones como Suicide Blades conducen hacia un sonido agradable, de fuerte base y corte, que hacen imaginar escenas del anime de los noventa con un toque moderno, aunque sonidos como los de Lotus Eater descoloquen por arrítimicos y pistas como Bae aceleren el pulso sin entender qué se está escuchando.

Del son colorista pero siniestro de Soundtrack To A Death, Mura Masa ha ido transformando su estilo como un aprendiz aventajado, absorbiendo los conocimientos de las corrientes musicales del momento y adaptando aquello que le interesaba.

En 2015 crea su propio sello, Anchor Point Records y firma por la distribuidora de indie británico Polydor Records. Es entonces cuando empieza a estrenar temas inéditos hasta lanzar su primer EP: Someday Somewhere, que significaba un cambio de tercio en su estilo. Ahora sus notas se paseaban por el r&b hasta llegar al dance seductor en la línea de AlunaGeorge o Disclosure. Eso sí, manteniendo repuntes extraños que recuerdan a músicos tan fuera del mapa del éxito como Jai Paul.

Al poco, su canción Lovesick Fuck se convierte en el nº 1 viral de Spotify y se retransmite una mezcla de la canción en la BBC Radio, en el prestigioso show radiofónico Diplo & Friends. Y sí, cuando la escuchas dos veces, te das cuenta de que hay algo que engancha, que hipnotiza, que corta como una katana.

Críticos de medios como The Guardian o Rolling Stone ya lo sitúan como uno de los talentos jóvenes más interesantes del panorama electrónico. Un joven nacido en una pequeña isla del Reino Unido, que empezó tocando la guitarra, el bajo y la batería en bandas locales Punk y Hardcore, es ahora un talento que sigue siendo difícil de ubicar.

En apenas dos años, confirmaba que la juventud, el talento y el carácter particular podían llegar a calar. Mura Masa llegará a España de la mano del SónarLab el sábado 18 de junio.

Cinco talentos de menos de treinta (y uno de menos de veinte)

Lady Leshurr

Ya ha pasado el aniversario maldito de todo músico, 27 años. Casi acaricia ya los treinta, los treinta millones de usuarios que han visto su Queen's Speech #4 colgado en Youtube en 2015. Su último single, el Queen's Speech #5 ya lo han visto más de trece millones en cuestión de meses: a ver hasta dónde llega. Suponemos que lejos, dado el fenómeno que ha producido en el Reino Unido. Una MC de veloces rapeados, apoyados por unas sólidas bases hip hop producidas por ella misma en colaboración con nuevos talentos como Show&Prove o Krunchie.

Natural del suburbio de Kingshurts, a Melesha O'Garro le sobra talento y desparpajo. En pocos años ha publicado cuatro EPs, ha puesto en marcha su propia plataforma editorial y ha logrado que sus Queen Speeches se viralizaran en tiempo récord. La nueva reina del sonido UK ofrecerá altas dosis de carisma y rimas en el escenario de SonarVillage el jueves 16 de junio.


Kaytranada

El chaval tiene 24 años aunque a los 22 ya estaba en los escenarios del Sónar. Este año, el sábado 18 en SónarPub, para demostrar que ha cambiado para bien desde entonces. Nació en Haití y se crió en Montreal, donde absorbió todo lo que cayó en sus manos en cuanto a cultura hip hop y r&b se refiere. Su ímpetu llegaba hasta el punto de que a los 17 años se propuso –con éxito- producir al menos un beat al día. Lleva ya muchos, y eso le ha llevado a ser a uno de los mejores productores de ese amplio espectro sonoro que engloba house, hip hop, r&b y funk, los cuatro puntos cardinales de su estilo. Su talento queda patente en 99.9%, su último álbum.

Flume

Tiene 25 años y nació a la sombra de la ópera de Sydney. Es, seguramente, el productor australiano de más éxito internacional de los últimos años y debuta en el Sónar, el viernes 17 en el SonarPub. Harley Edward Streten empezó a hacer beats, como casi todos los de este artículo, siendo adolescente. Su primer tema, Sleepless, tuvo un enorme éxito en su país natal que le llevó a meterse de lleno en un álbum homónimo que aparecería en 2012. Conocido como Flume, llega al festival para presentar su nuevo álbum, Skin, publicado oficialmente el 26 de mayo de este año.

Yung Lean

Jonathan Leandoer nació en Suecia para convertirse en un MC que sería el claro ejemplo de cómo se mueven los nuevos músicos de hoy, haciendo de internet su mundo natural y el lugar desde el que dar a conocer su creatividad. Evidenciando, de paso, unos referentes anclados en la cultura pop de los 90 y los 2000 que encandilan a las nuevas generaciones del hip hop. Líder del colectivo Sad Boys, Yung Lean se caracteriza por su libertad y falta de prejuicios en su tratamiento del estilo en el que se siente cómodo. Aunque su último álbum, Hoover, se acerca ya al techno. Se le podrá ver en el SonarHall el sábado 18.

Danny L. Harle

Este músico inglés sí está en la edad maldita, pero tranquilos que disfruta de sus 27 años en pleno apogeo de su carrera. Su padre era saxofonista y él, de hecho, empezó su relación con la música con el jazz. Hoy, su nuevo EP, con incontestablemente banger Broken Flowers, marca el inicio de su colaboración con una multinacional como Columbia. Por suerte, el sello ha dejado su estilo intacto. ¿Qué estilo? Pues una especie de pop naïf, de melodías de neón y voces infantiles que recuerda a  géneros históricamente denostados como el eurobeat. El viernes 17 hará las delicias de los que esperen algo fresco en el SonarVillage.

Toxe

Aún no ha cumplido los veinte, pero hace un año que no ha parado de pinchar y tocar en todo tipo conciertos de norte a sur de su país: Suecia. Esta joven nació en el seno de una familia de artistas creció y se educó en un ambiente que le propiciaba experimentar su libertad creativa. Pronto aprendió los secretos de la música y, ayudada por su hermano, empezó a experimentar musicalmente siendo apenas una adolescente. En sus temas se dan la mano beats y percusiones secas, loops vocales y bajos maleables, todo mezclado con naturalidad y apostando por el instinto como camino ineludible para alcanzar sus objetivos. El tiempo libre que le ha quedado lo ha aprovechado para trabajar en sus propios vídeos y fundar Sister, plataforma online para la promoción de las mujeres en el ámbito de la música de baile. La podremos ver el sábado 18 en el SonarDôme.

 

Un festival para retratar la realidad afrodescendiente en España

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Festival AFROconciencia se concibe como un espacio para el encuentro de los colectivos y emprendedores pertenecientes a la diáspora africana y afrodescendiente. Entre ellos se incluyen los/las afroespañoles/as, a los que el festival quiere servir de plataforma de visibilización desde lecturas alejadas del mainstream.

"El festival nace hace un año a partir de una iniciativa colaborativa con Matadero para visibilidad a la comunidad afrodescentiende y también abrir espacios de debate para la comunidad" nos cuenta Yeison García, uno de los organizadores del festival.

Más allá de la imagen estereotipada que se tiene hacia la población negra, la comunidad quiere dar un paso al frente en la búsqueda de transformar la sensibilidad y, por lo tanto, el razonamiento de la ciudadanía madrileña. Aunque la capital sólo es el escenario: el objetivo de AFROconciencia es devenir un encuentro anual desde diferentes partes del territorio peninsular, mostrando la contribución social, económica, cultural y política de la población negra en nuestro país.

Considerando la carencia de visibilidad y falta de participación político-social generalizada, los organizadores de AFROconciencia ven necesaria la creación de actividades culturales, artísticas y sociales, que la fomenten. Por eso, el festival quiere fortalecer el vínculo entre la propia comunidad (intergeneracional, a través del proceso político-participativo), y la cada vez más multiétnica sociedad madrileña, en el objetivo común de un Madrid intercultural.

Festival AFROconciencia supone una extensión hacia nuevos espacios. Es por ello que la apertura de un espacio de proyección internacional, como es el Matadero, supone un avance en la búsqueda de fomentar valores como la diversidad, la autogestión, la creatividad y promoción de emprendedores culturales y sociales. Un espacio donde, por medio de la relación dialógica, se compartan líneas de acción, se instaure y se consolide un ambiente crítico y empoderador.

"Cambia mucho el alcance que tiene una comunidad muy hetereogénea, cuando salta a espacios mediáticos o de arte como es Matadero, así que esperamos un buen recibimiento. Es algo que la comunidad necesitaba y pedía, realmente" asegura Yeison. Para él, AFROconciencia es algo más que un festival cultural "queremos ser un referente político, porque necesitamos que la comunidad negra se de cuenta de su importancia como sujeto político y despierte de su letargo movilizándose", nos dice el organizador.

Dos día de cultura africana en plena capital

El evento gira en torno a cuatro puntos cardinales temáticos: charlas-debate, participación de colectivos, talleres y música y gastronomía.

Con las charlas-debate AFROconciencia quiere construir y reflexionar sobre la realidad de la heterogénea comunidad africana y afrodescendiente. La interacción en torno a diferentes temáticas afrocentradas creará un clima de concienciación siendo este un paso hacia la  meta final, el empoderamiento y el diálogo tanto interior como exterior. Todos los debates se estructurarán en cuatro temáticas: Cultura y política, Juventud Afro, Afrofeminismo y el debate abierto: ¿Y tú por qué eres negro?.

La participación de colectivos girará entorno al comercio Black Economics con el que se pretende facilitar la visibilidad y autogestión de las iniciativas más relevantes de emprendimiento africano y afrodescendiente.

Por lo que respecta a los talleres, durante los dos días que dura el festival se desarrollarán muchas actividades en torno a entablar un diálogo con nuestra negritud, hacía el interior y exterior de la comunidad. Un intercambio cultural que engloba la danza, la fotografía, el rap y la poesía o la historia africana.

Además, el festival arrancó su labor el pasado 4 de junio con la proyección de "La Herencia perdida Afroespañola" un documental de Pedro Edu Hondo; que apuntaló con el debate con el director y los protagonistas del Documental, el tono abierto y participativo de la iniciativa.

En el apartado musical y gastronomico, el centro cultural La Kúpula animará el ambiente durante las dos jornadas, con su Sounds systems, así como también se encargará de brindar gastronomía afro. La iniciativa, se cerrará con la actuación de Astrid Jones. Todo esto se coorganiza con Matadero Madrid, Centro de creación contemporánea dependiente del Ayuntamiento de Madrid.

Cuatro directoras para renovar el cine independiente español

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Han tenido que pasar dos años porque descubrir talento lleva su tiempo. Simplemente, a veces pasa por delante de nosotros y cuesta reconocerlo, como a un viejo amigo que hace años que no ves y se ha dejado barba y una barriga tranquila. Han pasado dos años desde que cuatro jovenes amigas de la universidad decidieran hacer juntas un trabajo, hasta que hoy, ese trabajo se proyecta en salas de toda España.

Las amigas de Ágata llega a los cines españoles tras pasar un tiempo siendo poco más que un Trabajo de Final de Grado de unas alumnas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Un día, alguien se percata de que el Grado de Comunicación Audiovisual de esa universidad tenía en su haber una película que había recorrido festivales de medio mundo: Sobre la marxa, un trabajo de Jordi Morató. Y ese día, decide interesarse por nuevos proyectos de los alumnos hasta que cae en sus manos una película, aún por terminar, llamada Las amigas de Ágata.

De pronto esa persona se da cuenta de la calidad de lo que tiene entre manos y decide programarla en el Festival Internacional de Cine de Albacete, Abycine. Y allí gana un premio que lleva la película hasta otro festival, y luego a otro. Y sigue ganando premios en el Festival de Cinema d'Autor de Barcelona o en el Festival de Cinema de Tarragona hasta que, por fin, una distribuidora como Avalon decide que merece ser estrenada.

Así hasta hoy: las cuatro directoras desayunan cookies y café en un bar. El miércoles preestrenaron la película en la Cineteca de Madrid, con notable éxito entre el público. Ayer estrenaron la película en toda España y sí, a pesar de llevar dos años de festival en festival, están nerviosas.

"Nos han sacado de nuestro mundo de repente", cuenta Alba Cros, una de las responsable de la obra. Para ellas, en cierto modo, esto sigue siendo el trabajo que realizaron al terminar su carrera. "Decidimos que dedicaríamos un año a hacer nuestro trabajo juntas", cuenta Marta Verheyen. "Teníamos ganas de aprender todas las fases de hacer una película y era una oportunidad para experimentar: ahora el guión, ahora las cámaras, ahora las actrices, y todas pasamos por cada fase", dice la joven.

De un experimento a la película low cost de la temporada

En la película, las ganas por probar se transmiten en cada fotograma. Si algo se puede decir de Las amigas de Ágata, sin temor a exagerar, es su total sinceridad: es la historia de cuatro amigas de la infancia en su primer año de universidad. Cuatro personajes que hacen lo que se hace el primer año de universidad: se juntan para beber, planean viajes, conocen a gente nueva, siguen saliendo con gente vieja...

"Tampoco teníamos un guión cerrado que tuviera unos diálogos clarísimos", cuenta Laia Alabart, otra de las directoras de la película. "Íbamos más a conseguir una idea, a un sentimiento. Y, en base a eso, podemos decir que hemos transmitido lo que queríamos. Todas las escenas han ido cambiando en la medida que nosotras experimentábamos", dice con seguridad.

Al ser una película dirigida por cuatro personas, uno se pregunta si el rodaje fue fácil. Porque, siendo sinceros, unir cuatro voluntades con distintos referentes y objetivos, puede ser una locura. "Qué va", exclama Laura Rius, otra de las directoras, quitándole hierro al asunto. "No hubo piques porque fue un rodaje con cero presión. No teníamos storyboard y hacíamos los planos según el sitio en el que nos encontrábamos. Íbamos planificando en el momento".

"No teníamos la presión de hacerlo mejor o peor, así que lo hacíamos como más cómodas nos sentíamos", defiende Marta. Para la joven realizadora, parte de la naturalidad que destila la película se debe a que transcurre en ambientes reconocibles. "Tampoco teníamos dinero así que grabábamos que si en la fiesta de casa de un amigo, que si en el bar de aquel otro amigo..así todo el rato", cuenta.

Aunque el trabajo estaba ahí. "La historia era de las cuatro, pero llevaba un trabajo previo de conversaciones entre nosotras para definir la base del proyecto" cuenta Alba Cros. "Así que dedicamos los primeros meses a quedar todos los días y hablar, hablar y hablar. Así definimos qué queríamos hacer, hacia dónde queríamos ir... y el resultado es de todas" defiende.

Las amigas de Ágata es experimento colaborativo que cuajó. Partieron de 3.000€ que consiguieron organizando una campaña de crowfunding mediante Verkami y sufragaron así los gastos más básicos. Con poco más que eso, el talento que transmite la película, y la energía de todas las implicadas, estrenan hoy. Para Alba todo se resume en algo simple: "No teníamos que ganar o perder dinero. Con lo que teníamos; hacíamos. No pretendíamos ir más allá de nuestras posibilidades".

Retrato de un universo femenino

Hay algo que resulta muy revelador en La amigas de Ágata, te olvidas de que estás viendo una película a los cinco minutos, entras compeltamente en su ficción por la naturalidad con la que se narra. Aunque es imposible negar la tremenda veracidad con la que actúan sus protagonistas que, claro, parece que no actúen. En parte, esa era la filosofía: "Nosotros describíamos las situaciones y el objetivo de cada situación, pero la palabras las ponían las actrices. Es decir, era como una improvisación guinoizada", cuenta Laura.

Las cuatro actrices se ponían delante de la cámara con indicaciones de las cuatro directoras. Ocho mujeres jóvenes con talento, pocos medios y muchas ganas. "Teníamos muy claro que si les dábamos unos diálogos escritos, no saldría natural", asegura Marta Verheyen. 

¿Cuatro actrices dirigidas por cuatro directoras? Uno puede suponer rápidamente que se están retratando a ellas mismas y cada actriz corresponde a cada una de las directoras. Pues mal. "Realmente no hay un perfil de nosotras reconocible en cada personaje", explica Marta. "Unimos todas nuestras experiencias en el personaje de Ágata: es ella la realmente es un mix de todas nosotras", puntualiza Laura. Y en cuanto a los secundarios se refiere "responden a modelos que todas conocemos. Son alguien reconocible en nuestros grupos de amigos", finaliza Laia. Cuando charlas con ellas destilan complicidad, todas hablan a la vez pero, extrañamente, se interrumpen muy poco.

Ocho jóvenes con talento que han conseguido retratar un universo femenino a medio camino entre la Girls de Lena Dunham y la versión castiza de Mustang. Hasta se podría decir que transmite una hermandad estilística y rítmica cercana a las españolas Los ilusos o Las altas presiones. Siendo como es, el retrato de un universo femenino particular, simple y muy contemporáneo.

"Realmente no queríamos hacer una historia de chicas, ni nada parecido. No era el objetivo", cuenta Marta, pero ha salido de manera natural. "Es la historia de un grupo de amigas, simplemente", defiende. Aunque según Laura, "que todas fuéramos mujeres ayudaba a crear un clima particular durante el rodaje" porque "más que el sexo era el estado de comunión que se creaba".

Marta Verheyen, Alba Cros, Laura Rius y Laia Alabart estrenan una película auténtica y original que habla sobre una generación de jóvenes como ellas. Porque Las amigas de Ágata no es más que eso: un sincero retrato de amistades que ofrece buenas e inesperadas dosis de inspiración. Ellas son el ejemplo del talento que recorre algunas facultades de nuestro país. Aunque hay que tener la iniciativa y la valentía de hacerlo, claro.

Otra Feria del Libro que sigue sin compensar la sequía anual

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La septuagésimo quinta edición de la Feria de Libros de Madrid ha cerrado sus puertas otro año más. La de la capital es la más importante en número de expositores y la más representativa a nivel nacional así que sus ventas, sus éxitos y sus pérdidas, son un espejo en el que el sector español puede mirarse. Si bien no es totalmente definitorio de la situación de una industria cultural cada vez más polimórfica, entre el auge de las editoriales independientes, el dominio generalista de los grandes tótems de la edición y el constante lidiar con la evolución de los hábitos de lectura y las nuevas tecnologías.

Este año la Feria ha cerrado con unas ventas aproximadas de 8 millones de euros, lo que supondría un incremento del 3,5 por ciento respecto a las cifras del año anterior. Unos datos que el director de la Feria se ve obligado a no tomar con excesivo entusiasmo. "Estas cifras salvan un poco a la sequía que sufren las librerías el resto del año", explica Teodoro Sacristán, director de la Feria. El año pasado, el certamen cerró sus puertas con 7.904.000 euros en ventas y eso ya supuso un incremento del 6,1% respecto a la edición de 2014. Un progresivo aumento que va dando tumbos, arriba y abajo, desde que empezó la crisis. Para Sacristán "el sector del libro tardó un poco menos en sufrir la crisis tanto como el resto de sectores de la economía, pero cuando bajaron las ventas y nos golpeó ya se leía poco".

La 75ª edición de la Feria, que se inauguró el pasado día 27 de mayo, ha contado este año con 367 casetas y 479 expositores (26 organismos oficiales, 10 distribuidores, 63 libreros especializados, 56 libreros generales, 177 editores de Madrid y 147 editores de fuera de Madrid). Por todas ellas han pasado más de 4.500 firmas de autores con mas o menos prestigio. Números que demuestran la importancia del evento para la ciudad, para las librerías y para las editoriales.

"Las librerías son el último eslabón, este problema es algo mucho más grande y no se puede, ni se debe, reducir a lo que vendamos o dejemos de vender", explica el director del acontecimiento de las letras madrileñas. Teodoro Sacristán tiene 66 años y lleva 51 trabajando. Detrás de la dirección de Feria del Libro, aproximadamente doce años. Aunque antes de asumir la dirección ya trabajó para que la Feria cambiase su estructura, adecuándola en tamaño y volumen de expositores, librerías y actividades. Entonces "se consolidó como una cita anual muy importante para el sector, pero también un sentido homenaje al libro", explica.

Él deja el cargo y ahora la junta directiva del Gremio de Libreros de Madrid decidirá el rumbo que tome la próxima Feria del Libro. Pero si echa la vista atrás sobre su trabajo, se siente agradecido. "He sido un auténtico privilegiado por trabajar con el equipo que he trabajado, por conocer a la gente que he conocido y por aprender todo lo que he aprendido". Este año ha decidido que ya no puede más.

Algo semejante le pasó a Gloria Mañas, directora de la Feria del Libro de Valencia, la segunda más importante del panorama nacional. En la 51 edición, la última celebrada en abril de este año, ya dejó entrever su voluntad de abandonar la directiva tras años al frente del certamen. Recuperar el libro es una batalla que cansa. Aunque en el caso de la Feria de Valencia, sí que es cierto que el cambio de Gobierno había traído consigo nuevas políticas como el "Pla de Foment del Llibre i la Lectura". Por eso, en la apertura de la pasada edición, Mañas hablaba esperanzada del futuro que veía por delante. “Empieza un nuevo ciclo, después de 50 años dando guerra. Es el acontecimiento cultural más importante de Valencia y con la nueva sensibilidad que se experimenta desde las instituciones públicas, tenemos muchas esperanzas fijadas en el futuro”, dijo entonces.

Para Sacristán, la mirada está puesta en políticas de desestacionalización de la lectura. "Espero que la situación cambie, pero que cambie cada mes del año, que no tengamos que confiarlo todo a la Feria del Libro, al Día del Libro o a Sant Jordi", confiesa.

Para él "se trata de un problema de hábitos de lectura íntimamente relacionado con el factor político de la educación". Las librerias, según Sacristán, hacen todo lo que pueden y más. Uno podría decir que son ellas las que más actividades de fomento de la lectura realizan durante todo el año. "Aunque parezca que no es suficiente, no creo que el problema sea de las librerías ni mucho menos. Realmente las librerías no paran en todo el año. Pero es algo coyuntural", explica.

Para él, la salida, o por lo menos el camino para remontar progresivamente, pasa por "conseguir un pacto por la educación de todos los partidos políticos. Es lo que viene pidiendo desde hace años la población, la comunidad educativa y los movimientos sociales".

Leer no es nuestro fuerte

Para el, por ahora, director de uno de los acontecimientos culturales más importantes de la capital, "la Feria intenta suplir unas carencias que no son, para nada, suficientes". Lo intenta a pesar de que los índices de lectura en nuestro país, según los datos publicados en la última Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales, no son especialmente alentadores.

El 62,2% de la población analizada lee al menos un libro al año, cifra que representa un incremento de 3,5 puntos porcentuales respecto a la encuesta realizada en 2010-2011. Aunque esto sería verlo con buenos ojos porque este porcentaje también significa decir que el 37'8% de los españoles no lee ni un libro al año. Decidir qué dato es más significativo, es como ver el vaso medio lleno o medio vacío.

Además, la encuesta distinguía entre aquella lectura que se realiza motivada por la profesión o estudios del individuo investigado y la realizada por motivos de ocio o tiempo libre. Es decir, los que leen por que quieren y los que leen por obligación. Los resultados ponían de manifiesto hasta qué punto los motivos no profesionales son importantes motivadores: un 56% leía por alguna de las dos primeras razones mencionadas, frente al 29% que lo hacía por motivos vinculados a su profesión o estudios.

Es necesario, no obstante, recordar que en aquella encuesta, las tasas de lectura anual asciendían signicativamente al aumentar el nivel de estudios. Entre los encuestados con formación universitaria, casi la totalidad habían leído algo el (un 91,7%) durante el último año.

Según aquellos datos, las tasas de lectura son superiores en las mujeres. En términos anuales un 66,5% de ellas habían leído el último año, mientras que de ellos sólo un 57,6%. Por situación social las tasas más altas recaían en los solteros que viven en casa de sus padres (77,8%), y en las parejas con hijos menores (67,9%).

Aunque, como apunte positivo para las ferias del libro, el soporte en papel sigue siendo el más leído. Sólo un 17% de los españoles lee en soporte digital, si bien leer en digital no excluye leer en papel. Al final, todos son lectores y, esperamos que todos sigan paseando durante los diecisiete días que dura la Feria del Libro. Aunque siempre les quedarán 348 días para visitar cualquier librería.

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