Casi 800 páginas de guerras, intrigas y amoríos en la Grecia del año 437 a.C. pueden parecer demasiado hasta para un lector avezado. Es difícil negar que el volumen a veces impone más que el contenido, pero hay escritores que tienen claro que hay que acatar las normas que se autoimponen. Si no se toman en serio a sí mismos tampoco lo hará el lector.
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